Los sanitarios del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, uno de los que más ha sufrido la pandemia de coronavirus, han querido hacer una 'carta abierta' en sus redes sociales para sus pacientes. En ella los sanitarios agradecen la humanidad de los pacientes y les transmiten lo que han significado para ellos en los últimos meses.

"Hoy los que formamos esta casa os hablamos desde el corazón", comienza el emotivo vídeo, que habla del corazón de cada uno de los trabajadores del centro como "el corazón que han utilizado como un impulso de trabajo, un arma de construcción masiva".

"Estas palabras van dirigidas a todos vosotros, a los que no queremos llamar pacientes, sino familia", continúa el relato, en el que se puede observar a un sanitario emocionarse al explicar que durante estos días los pacientes han sido sus "parejas, padres, hermanos, abuelos, hijos, compañeros y amigos".

"La familia no es una opción ni un contrato, no es nada menos que entrega", continúa la carta, que detalla: "Nos aprendimos vuestro nombre para que supierais que estábamos con vosotros, para que sintierais que estabais con nosotros como una necesidad mutua de reconocimiento, y porque dicen que nadie sabe su verdadero nombre hasta que no es llamado por una voz ajena".

"Os hemos tratado, os hemos cuidado, pero también os hemos tendido una mano amiga, para ofreceros la humanidad de la compañía, esa que os han arrebatado durante tanto tiempo. Soledad a la que nos hemos tenido que condenar tantas veces, extirpándonos el primitivo alivio del cariño", continúa el escrito.

Por eso, añaden, han hablado con ellos, "reído y llorado": "Hemos apretado los dientes de rabia y para coger impulso. Tuvimos que aprender a leer en vuestros ojos miradas calladas y esperamos que hallarais en los nuestros miradas de comprensión, consuelo, esperanza, gratitud y fuerza".

"Tenemos que confesaros que el miedo a perderos nos ha hecho temblar, sollozar y derrumbarnos, pero también nos hizo levantarnos. Porque no era fácil llevar bien lo difícil, pero era imprescindible", continúan.

Tuvimos que aprender a leer en vuestros ojos miradas calladas

La misiva añade: "Lo hemos intentado con tesón, peleando por daros calidad y ofreciendo siempre calidez. Sin ser conscientes llegamos a compasar nuestras respiraciones, porque vuestros suspiros eran nuestro aliento, porque cada día era necesariamente uno más y no uno menos".

"Celebramos con vosotros la vida a pie de vida, porque sabíamos que perderla era perderos. Aprendimos con dolor e impotencia que hay palabras que no se materializan: que repetir mascarilla no protege y repetir respirador no salva vidas, por mucho que lo intentáramos o gritáramos", advierten.

Cuando uno tiene un porqué siempre encuentra el cómo

Y así, prosiguen: "Sin embargo nada nos paró, ya que cuando uno tiene un porqué siempre encuentra el cómo. Cuando tuvimos que debatirnos entre el miedo y la vocación optamos por vosotros y, cuando no pudimos remediar lo irremediable, aprendimos que a veces aceptar no es perder sino vencer".

"Os confesamos que guardamos con amargura ese adiós o esa cama vacía. Convivir con lo inevitable no doblega la pena, solo obliga a sobreponerse", lamentan, y reconocen: "Tuvimos 1.000 errores, 2.000 aciertos, 3.000 maneras de ayudar, 4.000 desalientos, 5.000 esperanzas, pero una sola razón: todos y cada uno de nosotros".

"Supimos siempre que la vida es un don que nos ha sido dado y solo se merece dándola, por eso decidimos abrazar a este cruel enemigo común con nuestras vidas para salvar las vuestras", argumentan en la emotiva carta.

Así, finalizan el escrito afirmando que quieren celebrar con sus pacientes "la salud": "Cada salida es un triunfo, cada despedida es un aplauso y cada vida una victoria. Porque ya nunca estaremos solos y porque hoy, por fin juntos, hemos formado un 'nosotros'".