UN NUEVO ESTUDIO

Menos Instagram, menos ansiedad: Un estudio demuestra que una semana sin redes reduce síntomas de salud mental en jóvenes

La clave estuvo en una nueva técnica utilizada para medir el uso real del teléfono y las rutinas diarias de los voluntarios.

Mujer joven con el móvil

Mujer joven con el móvilFreepik

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Recientemente se han publicado los datos del Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2025. El estudio, realizado por la Fundación Mutua Madrileña y Fad Juventud, a través del Centro Reina Sofía, se basa en una encuesta a más de 1.500 jóvenes de entre 15 y 29 años de todo el país y su objetivo es conocer la percepción de los voluntarios sobre temas relacionados con su salud y su bienestar.

Algunos datos que llaman la atención: más de la mitad (54,7%) afirma haber tenido algún problema psicológico, psiquiátrico o de salud mental en el último año. Y una parte de ello tiene que ver con el uso de redes sociales, como destaca la Confederal de Salud Mental de España.

Y ahora, un nuevo estudio, publicado en Jama, acaba de aportar una pieza que faltaba en el debate sobre redes sociales y salud mental. Durante años se ha hablado de la relación entre Instagram, TikTok o Snapchat y el bienestar psicológico de los menores, pero casi todas esas investigaciones compartían una debilidad: dependían de lo que los propios usuarios declaraban sobre su tiempo de pantalla o sus hábitos.

El estudio, realizado entre 2024 y 2025 y del que han participado cerca de 400 voluntarios de entre 18 y 24 años, corrige ese problema con una herramienta mucho más precisa: una técnica bautizada digital phenotyping. Gracias a ella es posible medir automáticamente el uso real del teléfono, los patrones de movilidad, el sueño, el tiempo de pantalla, las comunicaciones y, además, combinarlo con pequeñas encuestas enviadas varias veces al día para registrar el estado emocional en tiempo real.

Los autores, liderados por John Torous, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Harvard, analizaron a los participantes durante dos semanas para capturar sus rutinas digitales y su nivel base de bienestar. Después, casi ocho de cada diez aceptaron realizar una "desintoxicación" de una semana, reduciendo o eliminando su uso de Facebook, Instagram, TikTok, Snapchat y X. El objetivo: comprobar si cambios reales (no los habituales autodeclarados) en el uso de redes se traducían en cambios reales en su salud mental.

Los resultados mostraron mejoras rápidas en tres síntomas clave. Tras siete días con una reducción significativa del consumo de redes, los participantes mostraron descensos en las áreas de ansiedad (16%), depresión (un 24% menos) e insomnio (se redujo casi un 15%).

Hay que destacar que no hubo cambios relevantes en la sensación de soledad, pero sí en variables "minúsculas" del comportamiento: pasaron algo más de tiempo en casa y registraron ligeros incrementos en el tiempo de pantalla total (algunos sustituyeron redes por vídeos, mensajería o juegos). Sin embargo, el estudio deja claro que estos microcambios no explican por sí solos las mejoras emocionales.

Un dato clave: los beneficios aparecieron en solo una semana, reforzando la idea de que el uso compulsivo, emocional o problemático de redes influye más que la simple "cantidad de horas".

La importancia del estudio reside en el mencionado fenotipo digital: las medidas que aporta son objetivas y comprobables. De hecho, los autores señalan que es la medición más cercana a lo que realmente vivimos con el móvil en la mano.

Aunque el estudio se realizó con jóvenes de 18 a 24 años, sus resultados encajan de lleno en una preocupación creciente en Europa y en España: el uso intensivo de redes por parte de menores. Pero, ¿significa esto que basta con una semana sin redes? La respuesta del estudio es prudente: los beneficios son claros, pero se desconoce su duración. No se sabe si continúan días, semanas o meses después si se vuelve al uso habitual. Tampoco se puede asegurar que estos efectos se repitan en otros grupos de edad o en personas con problemas clínicos más graves.

Sin embargo, el mensaje práctico es evidente: reducir redes, incluso de forma temporal, mejora síntomas de depresión, ansiedad e insomnio con una rapidez sorprendente. Y quizás sea hora de comenzar a tomar cartas en el asunto.

Varios gobiernos ya empiezan a legislar en esta dirección. Francia ha propuesto limitar el uso de redes por parte de menores de 13 años; Reino Unido quiere obligar a las plataformas a rediseñar sus algoritmos para no mostrar contenido adictivo a menores; y en España se debate una reforma para restringir el acceso a redes a menores de 14 años.

Estudios como este aportan algo que era difícil de demostrar con datos autodeclarados: que menos redes puede significar más salud, al menos a corto plazo. Sería interesante, por último, comprobar cuánto se reducen los parámetros (ansiedad, insomnio, depresión…) si el periodo de desintoxicación, se alarga a un mes, por ejemplo.

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