ESTUDIO CIENTÍFICO
Por qué consultarlo con la almohada podría mejorar el aprendizaje y la memoria
La ciencia nos dice que confiar en nuestra primera impresión a la hora de tomar decisiones, pocas veces es lo más adecuado.

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A menudo, desde redes sociales, se escuchan las frases "confía en tu instinto" o "no dejes que sea demasiado tarde para actuar" y, si bien en algunos casos puede ser cierto (en circunstancias médicas, por ejemplo), en el mundo acelerado de hoy parecería ser que se premia la toma de decisiones rápidas más que aquellas meditadas. Pero la ciencia nos dice que "consultarlo con la almohada" puede ser una estrategia mejor.
La frase no es figurativa, sino literal: dormir es esencial para funciones cognitivas como la consolidación de la memoria, la regulación emocional y la resolución de problemas, todas ellas cruciales para tomar decisiones bien pensadas.
Una de las principales funciones del sueño es consolidar los recuerdos. El cerebro procesa la información adquirida durante el día y la integra en la memoria a largo plazo. Un estudio publicado en Nature Neuroscience descubrió que el sueño mejora el rendimiento cognitivo y ayuda a las personas a extraer reglas generales de información compleja, lo que facilita la resolución de problemas de forma eficaz.
Un análisis de la Facultad de Medicina de Harvard también ha demostrado que el sueño REM desempeña un papel importante en la resolución creativa de problemas. Los participantes que durmieron antes de resolver rompecabezas complejos tuvieron una probabilidad significativamente mayor de encontrar soluciones que quienes las intentaron inmediatamente. Este hallazgo subraya por qué tomarse un tiempo, especialmente para descansar, mejora la toma de decisiones.
Todas estas conclusiones no hacen más que confirmar la parte racional de nuestro cerebro y su vínculo con el sueño, pero la realidad es que las emociones también desempeñan un papel crucial en la toma de decisiones. Sin embargo, las emociones intensas, ya sea estrés, excitación o miedo, pueden nublar el juicio. El sueño ayuda a regular las emociones, lo que permite tomar decisiones más equilibradas.
En este sentido, un estudio de la Academia Americana de Medicina del Sueño reveló que las personas con falta de sueño presentaban respuestas emocionales más intensas a los estímulos negativos y tenían más dificultades para procesar la información de forma lógica. Esto implica que tomar decisiones estando cansado o bajo estrés emocional puede llevar a decisiones precipitadas que podrían no ser las óptimas.
Por si esto fuera poco, también hay que contar con los juicios tendenciosos y apresurados. Los sesgos cognitivos, como el sesgo de confirmación (favorecer la información que respalda creencias preexistentes) y el sesgo de anclaje (confiar demasiado en la primera información recibida), suelen conducir a una mala toma de decisiones.
Tomarse el tiempo para reevaluar una situación después de descansar, confirman los estudios, permite al cerebro procesar la información de forma más objetiva: quienes se toman descansos y revisan sus decisiones posteriormente tienen mayor probabilidad de corregir errores de juicio.
Y ahora, un nuevo estudio confirma con mayor solidez la relación entre sueño y decisiones fiables. Los resultados, publicados en JNeurosci, concluyen que la actividad cerebral rítmica durante el sueño transforma la información relacionada con la tarea en una memoria más fuerte y a largo plazo.
Liderado por Dara Manoach, de la Facultad de Medicina de Harvard, el estudio profundiza en la comprensión de en qué parte del cerebro esta actividad rítmica parece mejorar el aprendizaje motor.
Para llegar a esta conclusión se convocó a 25 participantes que debían aprender una secuencia de escritura mientras el equipo de Manoach registraba su actividad cerebral. Después del entrenamiento, las grabaciones cerebrales continuaron mientras los participantes del estudio dormían la siesta.
Durante el sueño, las áreas corticales del cerebro que se activaron mientras los voluntarios hacían las tareas, mostraron mayor actividad rítmica. El aumento de los ritmos cerebrales en estas áreas se correlacionó con la mejora de los participantes en la tarea después de la siesta.
Los autores destacan que el rendimiento en la tarea antes y después de la siesta presentó diferentes correlatos neuronales: el aprendizaje durante el entrenamiento se asoció con un aumento de los ritmos cerebrales en las áreas de ejecución del movimiento durante el sueño, mientras que el rendimiento después de la siesta se vinculó con un aumento de los ritmos cerebrales en las áreas de planificación del movimiento durante el sueño. En pocas palabras, en el sueño se ensayaba y al despertar se recreaban prácticas previas.
"Los ritmos cerebrales se producen en todas partes del cerebro durante el sueño – explica Manoach -. Pero los ritmos en estas regiones aumentan después del aprendizaje, presumiblemente para estabilizar y mejorar la memoria".
Los autores concluyen que los ritmos cerebrales en las áreas de ejecución motora podrían representar la memoria de una tarea, mientras que los ritmos en las áreas de planificación motora mejoran el rendimiento futuro.
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