UN PROCESO COMPLEJO
Lo que tu cerebro hace cada vez que dices una mentira
Aunque nos guste pensar, o decir, que somos personas sinceras, todos mentimos alguna vez a lo largo del día. No importa si hablamos de "mentiras piadosas" o de engaños más calculados: esto es lo que ocurre en nuestro cerebro cada vez que lo hacemos.

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La mentira está más presente de lo que creemos en nuestro día a día. Estas implican manifestar algo de manera distinta a como es en realidad, ya sea inventando, ocultando o exagerando la información.
La neuropsicóloga Lucía Crivelli explica que, a pesar de lo que podamos pensar, mentir es un proceso complejo. Esta acción implica crear una realidad alternativa, lo que requiere creatividad, pero también inhibir la verdad, controlar el propio discurso y tener en cuenta las emociones del otro para que el engaño sea creíble.
En este proceso participan varias áreas cerebrales: la corteza prefrontal, la amígdala y las regiones relacionadas con la empatía.
La ciencia además demuestra que el cerebro se acostumbra a la mentira. La primera vez que lo hacemos sentimos un golpe emocional, pues la amígdala se activa y genera culpa o malestar. Sin embargo, cuanto más repetimos la mentira, más se reduce esa respuesta, lo que facilita que volvamos a hacerlo.
En niños pequeños, empezar a mentir en muchos casos se ve incluso como un hito del desarrollo cognitivo, porque indica que entienden que los demás no saben lo mismo que ellos. En adultos, aunque la mentira forme parte de la convivencia social, también puede convertirse en un problema cuando se vuelve habitual o compulsiva.
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