La joven actriz, de tan solo 23 años, ha confesado que las críticas a su papel como Sansa Stark en Juego de Tronos le llevaron a entrar en una profunda depresión. Sophie Turner asegura que sigue medicándose aunque ya se encuentra mucho mejor.

La ansiada fama para algunos, es una pesadilla para otros. La brutal explosión de Juego de Tronos hizo que todos sus actores, la mayoría prácticamente desconocidos, también se enfrentaran a un nuevo mundo de dinero, lujo y mucho reconocimiento social.

Hay quien no sabe diferenciar el papel de un actor o actriz en una serie de su vida personal. Esto fue lo que le paso a Sophie Turner. De repente comenzó a recibir cientos de críticas en redes sociales por su interpretación como Sansa Stark, pero también haciendo alusión a su físico: "Simplemente me lo creía. Yo decía 'sí tengo pecas', 'estoy gorda', 'soy una mala actriz'".

En una entrevista para el podcast Phil in the Blanks, la reconocida actriz confiesa que todo ello le llevo a una depresión. "La sensación de soledad empeoró por el hecho de haber elegido mi carrera en vez de ir a la universidad como el resto de mis amigos o mis dos hermanos. No tenía motivación para hacer nada ni para salir. Ni tan solo quería ver a mis amigos".

Sophie Turner lo pasó fatal. Reconoce que lloraba durante todo el día, que no tenía ganas de hacer nada y que todavía no ha superado esta situación. "Llevo cinco o seis años sufriendo depresión. El mayor reto para mi es salir de la cama y salir de mi casa. Aprender a quererse a uno mismo es el mayor de los retos".

Además, la protagonista de Juego de Tronos también reconoce que sus problemas empezaron antes de comenzar su papel en la serie. Aunque asegura que cree que no tenía depresión antes de la serie, Turner reconoce que "solía pensar un montón en el suicidio".

Gracias a la medicación, que sigue tomando, y la ayuda de su familia y su prometido, Sophie Turner ya se encuentra mucho mejor y lucha día a día por salir de esta difícil situación.