Cameron Black intenta hacer el número de escapismo que el gran Harry Houdini realizó en Nueva York hace más de 100 años. Sin embargo, El Ilusionista lo intenta hacer incrementando su dificultad: tapándose los ojos y con unos sopletes apuntando hacia los cables.

Si no realiza el número en dos minutos, los cables se romperán y caerá directamente a los pinchos que hay situados en el suelo del escenario. "Tendrán una buena historia que contar a sus nietos", asegura al público.

Sin embargo, segundos después de que el número comience, uno de los sopletes se suelta. Una razón de peso por la que Gunter Gastafsen pretende parar el espectáculo, algo a lo que se niega el mago.

El cable se empieza a fundir muy rápido y antes de que Cameron Black pueda echar mano de otro de los cables, ambos se parten y acaba estrellándose contra una de las enormes pantallas del escenario ante la preocupación del público que hay tanto dentro como fuera del teatro por el fatal accidente.

Después de un gran apagón en las pantallas de la ciudad, una de ellas emite la imagen de El Ilusionita. "Hay una palabra que muchos magos ya no utilizan pero yo siempre he querido decirla... ¡Tachán!", dice mientras aparece en el escenario callejero frente a la mirada atónita de todos los espectadores.