Bárbara Rey relata en el último episodio de 'Una vida Bárbara' que la segunda parte de su relación también duró bastante tiempo. "Estuvimos una temporada bastante larga, de varios años", asegura. Al principio se veían en un chalet de Aravaca (Madrid) que según se ha sabido después estaba disponible para este tipo de encuentros y que no solo debía utilizar el rey. "Nos veíamos bastante a menudo, siempre en el mismo lugar en el chalet de la calle Sextante número 6, donde a parte de ir él, debe ser que iba más gente", confirma la actriz.

De ahí pasaron a verse en la casa de la propia Bárbara, un chalet adosado en Boadilla del Monte, a petición del rey. "Un día me llamó y me dice que si nos podríamos ver en mi casa". Una de las primeras veces que fue hasta allí, se confundió de casa. La actriz Jenny Llada explica que ella se compró el chalet de al lado de Bárbara unos meses después que su amiga y que un día el coche del monarca aparcó en el acceso a su garaje por error y al verla él dijo: "Esta rubia no es la que yo busco".

La exvedette relata que tenían una relación como cualquier otra: "Nosotros comíamos y cuando terminábamos de comer él me llevaba los platos a la cocina, como cualquier pareja normal, contábamos chistes, nos reíamos, lo pasábamos muy bien y él llevaba los platos a la cocina, contábamos chistes, lo pasábamos bien". Eso sí, había una desigualdad notable que señala la periodista Chelo García Cortés y es que a pesar de que la actriz pasaba por una pésima situación económica "en casa de Bárbara la que pagaba era ella, y no era ninguna tontería: el mejor vino, el mejor solomillo, la paella es más barata pero...".

"Otra vez que vino a casa, le hice una fideuá, comemos de maravilla y luego le gustaba tomarse su whisky y fumarse su purito fino y cuando estábamos allí charlando me dijo 'no sabes cómo te agradezco en la situación que te encuentras la comida que has hecho'", cuenta la actriz. Y Bárbara Rey destaca que incluso sabiendo eso, "él no tenía ningún detalle". Hasta el punto de que el único regalo que le hizo fue un colgante de una monedita que ni siquiera pudo empeñar cuando necesitaba dinero porque no llegaba al mínimo de 18 quilates, era de 14.