El germen de las movilizaciones contra la reconversión industrial que empezaron hace ahora cuatro décadas está en los años 60, cuando la dictadura de Franco llevaba trabajo e industria a todos los rincones de España. Sin embargo, los obreros comenzaron a organizarse para conseguir condiciones de trabajo dignas. "En aquella etapa la gente entraba en una empresa y se moría, literalmente, porque muchos, por las condiciones de trabajo, no llegaban a la jubilación", explica el ex secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo.
En 1972, Xesús Chaves protagonizó una huelga que paralizó Vigo durante casi dos semanas, porque detuvieron una empresa simbólica: Citröen. Los trabajadores querían dejar de trabajar los sábados por la tarde y conseguir así la jornada de 44 horas. La empresa contestó despidiendo a cinco compañeros y la policía cargó contra la asamblea de trabajadores convocada como muestra de solidaridad con los sancionados.
Xesús era un sindicalista conocido y la policía franquista lo buscaba. Tuvo que esconderse desde el principio para huir de la represión, hasta el punto de que no volvió a ver a sus padres hasta un año después. Cuando no podía llegar a una de esas casas en las que sus vecinos le dejaban esconderse, Xesús tenía que subir al monte a un escondite que denomina "la suite de organización obrera".
La dictadura no encontró su escondite, pero tras dos semanas de lucha los obreros claudicaron. Xesús y cientos de sus compañeros fueron despedidos y él terminó en el exilio.
El 'sindicato del crimen'
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