Condenado a 640 años

Scilingo, el genocida argentino al que juzgó Baltasar Garzón por los 'vuelos de la muerte' y fingió desmayarse durante el juicio

Baltasar Garzón recuerda para laSexta Columna el juicio a Adolfo Scilingo, un militar argentino que participó en los 'vuelos de la muerte' durante la dictadura de la Junta Militar y que fue juzgado y condenado por crímenes de lesa humanidad.

Baltasar Garzón recuerda para laSexta Columna el juicio a Adolfo Scilingo, un militar argentino que participó en los 'vuelos de la muerte' durante la dictadura de la Junta Militar y que fue juzgado y condenado por crímenes de lesa humanidad.

Dos policías intentan sentar frente al juez de la Audiencia Nacional, en Madrid, a un militar argentino, Adolfo Scilingo Manzorro, acusado de crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, él finge estar dormido y ante el asombro de la sala simula un peculiar desmayo para no contestar a las preguntas.

El exoficial del ejército argentino llevaba ocho años esperando este juicio en una prisión española. En 1997 había viajado a nuestro país para hablar ante las cámaras, pero terminó declarando en el juzgado. "La entrevista luego se la hicieron, pero con él en la cárcel", recuerda Baltasar Garzón, el juez que lo llamó a declarar. 

Un año antes había recibido una denuncia por los crímenes de la dictadura argentina contra ciudadanos españoles. Garzón señala que el propio Scilingo "reconoce su participación en dos vuelos de la muerte". 

El militar había descrito en un libro sus delitos en la Escuela de Mecánica de la Armada, el centro clandestino más sanguinario de la dictadura. Allí, los miércoles escogían a unos cuantos detenidos y les decían que iban a ser trasladados. Sin embargo, en los aviones eran drogados y les quitaban la ropa. Después, uno a uno, los arrojaban al mar. "Es una imagen idéntica a las películas de la época de Hitler", reconocía Scilingo.

Tras los juicios a las Juntas Militares, el Gobierno de Carlos Ménem había indultado a los responsables. Garzón no recibió ninguna ayuda de las autoridades argentinas, pero escuchó a las víctimas. 

Cuando por fin se decidió a hablar ante el juez, Scilingo cambió su versión y dijo que todas sus declaraciones habían sido un invento para vengarse de sus superiores. Sin embargo, la Audiencia Nacional lo condenó a 640 años de prisión.