Hubo un tiempo en que José María Aznar se rodeó de sus elegidos. Tras recibir la codiciada cartera ministerial, eran los receptores de sus caricias cómplices y de sus mejores chistes. Todos habían alcanzado el poder gracias a un mensaje: “Los socialistas roban, nosotros no”. Aznar se esforzó en subrayarlo durante sus años de oposición. Aznar era Don Limpio y su equipo pasaba la prueba del algodón.
Francisco Álvarez Cascos aprendió aquel mensaje de limpieza y lo hizo propio. La mano derecha de Aznar dejó el PP y montó su propio partido.
Pero los casos de corrupción le persiguen. Ha tenido que declarar en la Audiencia Nacional por el caso Bárcenas y está siendo investigado por el presunto amaño de contratos de AENA para la trama Gürtel cuando era ministro de Fomento.
Ángel Acebes sustituyó a Cascos en el corazón de Aznar. Al expresidente siempre le quedaron palabras de agradecimiento para él. Hoy, Acebes sigue imputado por el caso Bankia.
El hombre que vigilaba la derecha del presidente del Gobierno acabó convirtiéndose en su ministro de Medio Ambiente y presidente de Baleares. Hace unos meses, Matas entró en la cárcel por un delito de tráfico de influencias. Aún tiene pendientes otra veintena de asuntos con la justicia derivados del escándalo del Palma Arena o el caso Urdangarin.
Ana Mato es otra de las figuras clave de la 'Aznaridad' manchadas por la corrupción, organizadora de la campaña electoral que llevó a Aznar al Gobierno en 1996. Acabó llegando a ministra pero tuvo que dimitir por el caso Gürtel.
Pero si la 'Aznaridad' está hoy herida es sobre todo, por Rodrigo Rato, una institución antaño intocable en el Partido Popular, que ahora le ha dado la espalda. Fue el milagro español, el gerente del FMI y estuvo a punto de ser él, y no Rajoy, el heredero al trono de Aznar.
Ya estaba imputado por su gestión en Bankia y las tarjetas black y ahora, le acusan además de fraude, alzamiento de bienes o blanqueo de capitales.
Hasta hace 24 horas, la imagen que más le perseguía era la campana de Bankia. Rato era el hombre que tocaba la campana del rescate financiero con el dinero de todos.
A partir de ahora será aún peor. El símbolo del éxito del PP, detenido en la puerta de su casa por corrupción.