El día que estalla la lista de Falciani, Montoro presume de saber más que los periodistas. Y, sólo unas horas antes de la detención de Rato, se quita de encima su historial de relaciones sociales. Visto con perspectiva, cabe preguntarse por el papel de Montoro en la detención de Rato.
Los agentes que le han detenido durante siete horas no son ni policías, ni guardias civiles. Son la brigada móvil de Aduanas. Un cuerpo cuyo responsable último es él. Son agentes que dependen directamente de la Agencia Tributaria y, en última instancia, del Ministerio de Hacienda.
La investigación sobre Rato tiene otra peculiaridad: la lleva a cabo el Servicio Ejecutivo de Prevención de Blanqueo de Capitales, un organismo que depende del Ministerio de Economía.
Montoro y De Guindos, probablemente las últimas personas que Rodrigo Rato podía imaginar que llegarían a causarle algún tipo de problema. Porque las carreras de los dos le deben mucho al exvicepresidente de Aznar.
La primera vez que le hicieron ministro de Economía, no dudó cuando tuvo que elegir a su mano derecha: Cristóbal Montoro. Con el tiempo, acabaría convirtiéndose en mucho más que secretario de Estado: fue su compañero más cercano, su hombre de confianza, su confidente, su amigo.
Rato había llevado de la mano a Montoro hasta la primera línea política. Y eso le sirvió, por ejemplo, para convertirse en ministro de Hacienda en la siguiente legislatura.
La amistad se fortaleció con los años. Si se casaba la hija de Aznar, iban juntos a la iglesia. Si a Montoro lo invitaban a dar una conferencia económica, allí que iba Rato a escucharle. Si escribían un libro presentando a Rato como el gran artífice del milagro económico español, allí se presentaba Montoro el primero; a ensalzar la figura de su amigo.
Rodrigo Rato también es el padre político de Luis de Guindos. Su primer gran puesto de responsabilidad fue secretario de Estado de Economía en la segunda legislatura de Aznar. Es decir, igual que Montoro, también fue número dos de Rato. Guindos, Montoro y Rato, la santísima trinidad económica del PP, ahora quebrada.