Cuando parecía que los más mayores podían celebrar la victoria de retirarse en paz, se han encontrado con un virus asesino que se ensaña con quienes más arrugas acumulan.

El horror del coronavirus ha dejado huella en Lucía. "Estuve muy mal, muy mal. Me quedé sin ganas de comer, con mucho cansancio. No podía levantarme, me quedé imposibilitada, no me podía desnudar", recuerda al hablar con laSexta Columna, como muestra el vídeo.

A sus 87 años, cuando echa la vista atrás, las lágrimas brotan de sus ojos: "Sentía terror por todos los que se van. ¡Pobres madres! ¡Pobres hijos!"

Ana María no pudo despedirse de su hermano. "Se llamaba José Luis, era el que más me quería y el que más me quería. Me hago a la idea de que está vivo todavía", cuenta.

Además, relata el dolor que le produce no abrazar a sus hijos, aunque respira aliviada porque por lo menos puede verlos.

Urbano, por su parte, asegura que está pasando la pandemia con nervios y reconoce: "Se me hace pesado estar todo el día encerrado cuando yo estoy bien".

Lucía, Ana María y Urbano viven en una residencia de Duruelo de la Sierra, en Soria. "Tenemos que darnos cuenta de que llevan 11 meses sin salir del centro. Lo están viviendo de una forma admirable", asegura Fernando Ibarra, gerente de la fundación Elorduy.

Por otro lado, laSexta Columna también analiza la importancia de las patentes y recuerda que el creador de la vacuna de la polio se opuso a patentarla. Cuando le preguntaron por qué no lo hacía, él respondió preguntando si podía patentarse el Sol. Puedes ver el momento en el vídeo que se incluye a continuación.