En el siglo XIX, nuestros científicos más avanzados también tenían que aprender en otros países. Como el héroe de nuestra historia, el doctor Jaume Ferran. Antes de que el cólera llegará a España, se fue a Francia a investigarlo. "Quiso coger muestras de cultivo del vacilo del cólera para seguir investigando en su laboratorio y ver si podía poner en marcha una vacuna", ha relatado María José Baguena, profesora de Historia de la Ciencia en la Universidad de Valencia.

"Para que no le requisaran la muestra en la aduana, él la oculta. Unos dicen que en un calcetín, otros en una caja de cerillas…", ha continuado explicando Baguena. Lo que sí se sabe es que el doctor Ferran se jugó el tipo para poder hacer ciencia en España. Con numerosos aparatos, sin apoyos y por su cuenta y riesgo, investigó para frenar al cólera, que ya contaba sus víctimas en el mundo por millones.

Ferran "montó un pequeño laboratorio microbiológico en la cocina de su propia casa y desarrolló una vacuna", ha contado Baguena a laSexta Columna. Por aquel entonces, lo de inyectar una enfermedad a propósito en un humano no estaba muy bien visto. Así que Ferran, a falta de voluntarios, tiró de los que tenía más cerca.

"La probó en sí mismo, en su mujer y en sus hijos, en otros familiares y en amigos y conocidos. Ve que no tiene efectos secundarios y publica sus resultados", ha detallado la profesora de Historia de la Ciencia en la Universidad de Valencia. Ante la desesperación, Valencia llamó al doctor que curaba enfermedades inoculándolas.