La Iglesia católica estaba en contra de la idea del laicismo que predicaban republicanos como Luis Muñoz, abuelo de Gonzalo y Luis. "En el pueblo, era una persona bastante influyente, y con bastante prestigio. Creo que era bastante tolerante, según lo que me han contando tanto mi padre como familiares, y muy respetado y querido, sobre todo, por la gente con menos recursos", expresa el nieto de Luis, quien era médico en el pueblo zaragozano de Tarazona y una voz muy respetada del republicanismo en la zona.

Para muchos, el médico era un 'santo ateo': "Lo que solía hacer es no cobrar a la gente sin recursos, a la gente más humilde, y no solo eso, sino que fue famoso porque cuando se marchaba solía dejar un sobrecito debajo de la almohada del enfermo con algo de dinero para ayudarles a comprar medicina y este tipo de cosas", señala su nieto Luis.

Cuando el Gobierno republicano impulsó sus medidas laicas, Luis daba discursos en el pueblo explicando que aquel camino era la gloria. "Mi abuelo dio discursos en los que promulgaba por la necesidad de que el laicismo tuviera su oportunidad, porque llevábamos muchísimos años con el puño fuerte de la Iglesia adoctrinando, y no tolerando acciones que no tuvieran que ver con la doctrina de la Iglesia", expresa el nieto del médico, a lo que añade que "lo que hacía era intentar explicar a la gente que los derechos civiles no tienen por qué estar adulterados por la religiosidad".

Varios nietos de Luis vuelven hoy a Tarazona, a la que fue la casa de su familia hasta que se la arrebataron, precisamente, porque su laicismo no encajaba aquí.