Jordi Évole le pregunta al inspector de Hacienda José María Peláez si pasan muchos españoles por el aeropuerto de Ginebra. El inspector asegura que turistas y personas que va a esquiar sí pero “españoles con la maleta llena de billetes como se hacía antiguamente, prácticamente nadie”. Sin embargo, las noticas de Urdangarín, la familia Botín o Bárcenas no dicen lo mismo.
José María asegura que según diversas fuentes hay alrededor de 50.000 millones de euros españoles en cuentas suizas. El atractivo que tiene Suiza para el defraudador es la “opacidad”, es decir “que tienes el dinero aquí y que el país de origen no sabe que tú tienes este dinero situado aquí en un banco en Suiza”.
El hecho de tener una cuenta en Suiza no quiere decir que se esté haciendo algo ilegal “ni en Suiza y en ningún paraíso fiscal. Tú eres muy libre de tener el dinero donde quieras. El problema está cuando utilizas un paraíso fiscal para ocultar que tienes ese dinero”.
"Hay alrededor de 50.000 millones de euros españoles en cuentas suizas"
El inspector habla explica por un lado que el fraude fiscal se comete cuando se tiene un dinero por ejemplo en Suiza y no se informa a tu país que se tiene una cuenta allí. El fraude fiscal está ligado a lo que es el no declarar o el no pagar los impuestos que tocan pagar en tu país. El blanqueo de capitales, por otro lado, consiste en tratar de ocultar el dinero que proviene de una actividad delictiva. “Primero lo ocultas, luego lo paseas por distintos paraísos fiscales y luego vuelves a tener el dinero en el bolsillo ya blanqueado”, explica el inspector.
Sobre la industria del blanqueo, José María comenta que “mientras existan paraísos fiscales es imposible combatir toda la delincuencia organizada, incluida la corrupción”.
Los bancos y los asesores financieros son los que saben perfectamente el camino para despistar el dinero: “Son los imprescindibles”, explica.
Valencia, día uno
El alcalde de Alfafar confiesa que estaba "tirando de una señora para que no se la llevase la corriente" cuando saltó la alarma
Mientras que unos pedían helicópteros para buscar a sus vecinos ya desaparecidos, otros convertían sus ayuntamientos en auténticos refugios. En Alfafar, su alcalde rescataba a una vecina.