Londres es “el lugar adecuado” para hablar de transparencia, corrobora Borja Bergareche, corresponsal de ABC en Londres. Reino Unido tiene una ley de transparencia desde el año 2000 que fue reforzada y ampliada en 2005. Jorge explica que desde el momento que hay un Parlamento, hace cientos de años, hay una cultura de transparencia integrada en el ADN del funcionamiento de las instituciones y de la vida de las personas.
La aprueban los gobiernos laboristas de Tony Blair. “Terminó por ver una especie de mecanismo al servicio de los periodistas para azotar a las instituciones políticas”. Sin embargo, “las estadísticas aseguran que los grandes usuarios son los historiadores”.
A los ciudadanos les beneficia esta ley “en los aspectos más cotidianos de la vida”. Se pueden informar a través de aplicaciones para elegir el médico de cabecera, colegio o ver si una calle es segura.
Esta ley a los políticos de Londres les afecta. “Son uno de los ‘grandes afectados’ de la Ley de Transparencia”. Empezando por lo básico. La página web del Parlamento es una página donde se encuentra mucha información pero además, hay otro portal, el ‘padre de la transparencia’ en lo que a los políticos se refiere, que se llama trabajanparati.com, donde se pueden ver perfiles de diputados y encontrar algo curioso.
Una información que no se tendría en la página web del Congreso de los Diputados. “Ahora, yo diría que es imposible porque es un hueso duro de roer todavía”.
Con la Ley de Transparencia ha disminuido la corrupción en Reino Unido, aunque “no es un antídoto exacto contra la corrupción”, explica el corresponsal.
A Borja le han llamado del Parlamento español donde se está debatiendo la Ley de Transparencia. Asegura que es muy crítico con el proyecto. En España, “pretenden que la misión de azote permanente a los funcionarios apegados a los datos para que los suelten y los entreguen a los ciudadanos, lo ejerza un organismo dependiente administrativamente del ministerio de Hacienda. No será un organismo independiente. Nos deja fuera de la lógica más elemental”.
En Londres, tienen al defensor de la transparencia radical Julian Assange. Borja cree que un mundo transparente 100% “puede ser un mundo de pesadilla”. Cree que “un cierto umbral de secretos es inherente a la vida en las sociedades complejas, un umbral que habrá que ajustarlos al mínimo posible y ampliar los espacios de transparencia”.
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