Una de las víctimas de esas no identificaciones fue el miembro de la Asociación de Víctimas del YAK-42 Francisco Cardona. El familiar explica que cuando consiguieron que la jueza Teresa Palacios, por cuarta vez  desarchive el caso en la Audiencia Nacional, se realizan unas exhumaciones. “Yo tenía un chico de Zaragoza. En la tumba de mi hijo tenía enterrado un chico de Zaragoza. Y yo iba todos los domingos, durante 613 días, a poner un ramo de flores  en la tumba del cementerio de la Alboraya, todos los domingos, cumpleaños, aniversarios, su santo... Domingos normales, todos sin fallar ni uno”, comenta.

"En la tumba de mi hijo tenía enterrado un chico de Zaragoza"

Sin embargo, su hijo se lo dieron a otra familia de Zaragoza. “Esa familia, creyendo que era su marido, decidió incinerarlo. Y él siempre en casa siempre decía: ‘Si pasa algo, a mí no me incineréis, conforme esté me enterráis, pero incinerarme no, por encima de todo, incinerarme no’", asegura Francisco.

Después de contactar con una abogada turca, consiguieron un acta de entrega y custodia de cadáveres que habían firmado los militares españoles en la que reconocían que los turcos les hacían entrega de 32 cadáveres identificados y 30 sin identificar. Información que desde el Gobierno español pensó que les podría perjudicar enormemente. Por ello, intentaron pararla. “Intentó pararla Jiménez Ugarte cuando se desplazó a Turquía con el encargo del presidente del Gobierno y del ministro de Defensa  de que los turcos firmaran un papel de reconocimiento como que ellos eran responsables de todo lo que se había hecho mal”, explica la víctima. Intentaron que las culpas recayesen en los turcos. Sin embargo, ellos dijeron que no.