La amistad entre la acaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y el empresario Enrique Ortiz les sigue pasando factura. Les une algo más que la adjudicación irregular de los servicios de recogida de basuras en el ayuntamiento. Ella ha negado su amistad con Ortiz, pero se conocen de algo más que de hacer negocios.

El pleno de Alicante, con los votos del PP, ha rechazado la recusación de su alcaldesa en la adjudicación de contratas que pudieran beneficiar al insaciable Ortiz. Castedo no ha acudido al pleno, lo que sí ha hecho ha sido defenderse por escrito.

Sonia Castedo ha afirmado que "no existe entre Don Enrique Ortiz y yo una relación de amistad íntima que obligue a mi abstención en el procedimiento, permitiendo la relación que mantengo con dicho señor el ejercicio legal y objetivo de mis competencias".

Para Sonia Castedo, ni despedir el año juntos, ni irse de vacaciones, ni celebrar los triunfos de su equipo, ni recibir regalos en Navidad, significa tener una amistad intima. Y si le trata de "tronco" es porque es su forma habitual de hablar.

Ahora, tanto Enrique Ortiz como Sonia Castedo se enfrentan a una nueva causa. La Audiencia Provincial reabre un caso al margen del Brugal, en el que los dos están imputados. Castedo y su predecesor, Díaz Alperi, podrían haber cometido irregularidades en la adjudicación de un macroplan urbanístico en suelos de, como no, Enrique Ortiz. El plan Rabasa, como se le conocía, abordaba la llegada de una tienda IKEA a suelo de Ortiz. Para la Audiencia Provincial, la pareja Castedo - Ortiz, podría enfrentarse a delitos de tráfico de influencias, prevaricación y cochecho.