Tres años de promesas e ilusiones que se evaporan. Nos vendieron Eurovegas, todo un culebrón, como la inversión del siglo. Al principio la duda era de si su lugar sería Madrid o Barcelona, ganando finalmente la capital española y provocando los sueños del presidente de la Comunidad, Ignacio González.

Un sueño forjado a base de visitas a terrenos y de reuniones con Rajoy. El propio presidente del Gobierno afirmó que era un "buen proyecto", y el consejero de Sanidad madrileño, Javier Fernández-Lasquetty, dio el visto bueno a adaptar la ley a las necesidades de Adelson, que exigía que se pudiera fumar en todo el complejo.

Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, advirtió de los "peligros para la moral" de la llegada de Eurovegas. Por su parte el alcalde de Alcorcón, tras conocer que en su ciudad iba a estar el complejo, lo tildó de gran noticia para el empleo.

Al final otro motor de la economía madrileña y española, según lo tildaban las altas esferas políticas, que se convierte en humo. Igual que las Olimpiadas del famoso 'relaxing cup', ¿se acuerdan?