El bueno, el malo y "el feo": estos son los tres tipos de colesterol. El malo (LDL) es el que transporta la grasa hacia las células de nuestro organismo; el colesterol bueno (HDL) es el que ayuda a eliminar las grasas; y la última molécula descubierta es el VLDL, que lleva los triglicéridos que se generan en el hígado hacia dentro del cuerpo.

Como sabemos, no todo el colesterol son grasas malas, sino que también ayuda a construir células y ciertas hormonas imprescindibles y necesarias. Lo perjudicial son los excesos. La forma de llevar un control sobre el colesterol en nuestro organismo, principalmente se hace comiendo bien.

Productos como el alcohol, los hidratos de carbono refinados y el azúcar aumentan los triglicéridos. Para prevenir esas enfermedades cardiovasculares que derivan del colesterol malo alto, el Omega 3 es un buen aliado que encontramos en alimentos como el brócoli o los pescados azules. También los ácidos grasos insaturados, presentes en los frutos secos; el ácido oleico del aguacate o el aceite de oliva; y los antioxidantes y fibras de las frutas y verduras, que ayudan a proteger nuestra dieta.

A una dieta saludable hay que sumar la actividad física constante. "Hay que mover el corazón todos los días", indica Alberto Zamora.