Continúan los trabajos con los perros especializados en detectar restos biológicos en la casa del padre de Anna y Olivia, las niñas desaparecidas en Tenerife hace ya más de 20 días, cuando su progenitor no las devolvió con su madre, a quien dijo que no volvería a verlas.

Durante varios días los registros se van a centrar en la casa, la embarcación y el coche del progenitor de las pequeñas. Ayer, la Guardia Civil se centraba en la casa en la que las menores estuvieron junto a su padre horas antes de desaparecer. El periodista Manu Marlasca, que se ha trasladado a la isla, nos explica que la finca se ha convertido en la "zona cero de la investigación" y que a ella han accedido los canes Junco -un perro de aguas español- y Bill -un pastor belga-, traídos desde la Península para tratar de encontrar cualquier fluido biológico.

La incorporación de estos animales puede marcar un antes y un después en la investigación. Frente a los cinco millones de receptores olfativos de los seres humanos, explica Marlasca, los perros tienen en torno a 300 millones, por lo que "son capaces de detectar cualquier pequeñísimo resto por antiguo que sea y por intento que se haya hecho de eliminarlo".

Una vez los perros marquen alguna superficie, agrega, Criminalística se llevará la muestra y confirmará si se trata de un fluido humano o no. Lo que se halle se analizará en Madrid, por lo que no se prevé que trasciendan informaciones en los próximos días. Este lunes, los agentes han estado tres horas en la casa y han inspeccionado también la finca. Los perros desplazados hasta allí, aclara Marlasca, "no son especialistas en encontrar cadáveres, son especialistas en buscar restos biológicos".

En este sentido, la abogada Beatriz de Vicente ha apuntado que el hecho de que se esté investigando una rama de las pesquisas, como la posibilidad del asesinato, no quiere decir que pierda potencia otra, como la huida. Los perros, apunta la letrada, "tienen un olfato especialmente sensible y selectivo": no solo buscan sangre, sino componentes orgánicos "volátiles". Pueden oler incluso el cortisol del estrés o la sudoración, afirma la experta.

En cualquier caso, señala, "hay un terreno muy amplio" y es necesario saber si se trata de un "escenario primario" (en el que se cometió un crimen) o un escenario secundario en el que podrían encontrarse pruebas que conduzcan al paradero de las menores.