Jordi Évole le pregunta a Maja, una superviviente de la guerra de Bosnia, si en algún momento se llega a superar una guerra. La mujer niega rotundamente: "No, una guerra no se supera nunca. Una cosa así no se supera nunca porque te transforma como persona".
"Cuando piensas en tu pasado no puedes volver nunca y eso es horrible. No tener lugar donde volver es la peor cosa que te puede pasar en la vida", lamenta Maja. "Yo voy a ser una persona sin lugar toda la vida, es muy duro", sentencia esta superviviente a la que la guerra dejó marcada de por vida. En el vídeo superior de la noticia puedes ver la reflexión completa de Maja sobre como una guerra es algo que te deja secuelas para siempre.
'Hijos de la guerra'
En el programa de Lo de Évole llamado 'Hijos de la guerra', Jordi Évole entrevista a cuatro supervivientes de diferentes conflictos: Meera, que vivió la guerra de Siria; Teresa, habla de la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial; Emile, cuenta cómo vivió de la guerra civil de Ruanda y la primera guerra del Congo y Maja que sufrió la guerra de los Balcanes y habitó un campo de refugiados en Austria. Cuatro testimonios de distintos conflictos bélicos, pero todos ellos con las mismas consecuencias que permanecen en la vida de los entrevistados.
Lo de Évole muestra impactantes imágenes grabadas en diferentes países, pero en todas ellas el mismo terror. Carreteras colapsadas, familias huyendo, edificios destrozados y vidas que se dejan atrás. Las mismas situaciones en diferentes partes del planeta y en distintas fechas, por ello, algunas son en blanco y negro. En el siguiente vídeo se pueden ver despedidas entre los que huyen de las bombas, la mayoría mujeres y niños, y los que se quedan a luchar.
Teresa, superviviente de la guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial
Évole entrevista a Teresa una superviviente de la guerra civil española (1936 a 1939) que también vivió el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). "Había que luchar, yo con mi hermana iba a un taller a hacer ropa para los milicianos", cuenta Teresa sobre cómo vivió la Guerra Civil. También recuerda las bombas: "Presencié el bombardeo de Guernica".
Teresa viajó hasta la Unión Soviética con tan solo 12 años huyendo de la guerra civil española, pero allí, se encontró con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. "Hitler quería la ciudad, no quería a la gente", cuenta Teresa explicando que tiraron las bombas a los almacenes para matar a las personas de hambre.
"Yo solía ir por las casas para cuidar a los heridos y sacar a los muertos", detalla la mujer. "Los sacábamos y los llevábamos a rastras por las escaleras, porque no teníamos fuerzas. Una vez perdimos la cabeza de uno", relata Teresa.
"Estábamos a 44 grados bajo cero y sin comida", recuerda Teresa. "¿Sabes lo que comíamos? Sopas de cinturones, hervíamos los cinturones y ahí echabas un poco de pan que te daban, que no era pan, era harina con serrín", detalla Teresa. "Vendían carne humana, pero la comíamos callados sin preguntar", confiesa Teresa lamentado todo lo que tuvieron que vivir.
Teresa explica que para superar atrocidades como aquellas la clave era que "no se pensaba en uno mismo". "Yo pensaba que a mi Ignacio tenía que verle, no pensaba en mí", dice Teresa hablando de su novio de juventud. Ella en aquellos momentos vivía en Leningrado y él en Moscú.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial y no tener noticias de su enamorado, se fue a Moscú a buscarlo. Una vez allí, descubrió que había muerto. "Me volvía loca, no quería vivir. Me ingresaron en un hospital con una camisa de fuerza. Al cabo de un mes, me convencieron de que era la guerra y que le había tocado a él y me vine para España", explica Teresa.
Meera, superviviente de la guerra de Siria
Jordi Évole entrevista a Meera, que con tan solo 11 años vivió la guerra de Siria en la ciudad de Homs. Posteriormente, vino a Barcelona como refugiada de una guerra que continúa en activo desde el 2011.
"Un día estaba en el cole, estamos hablando de 2013, y de repente empezamos a oír disparos. Salí afuera y había una batalla y yo tenía que cruzar esta calle", detalla la joven. "Empecé a correr y de repente la niña que corría delante se cayó al suelo. Entonces vi el suelo, toda su cabeza estaba llena de sangre", continúa Meera describiendo el terrible momento en el que llegó la guerra a su vida.
"El Régimen estaba entrando a las casas de la gente para robar, violar a las mujeres delante de los hombres y luego matar", describe Meera y añade que su "madre a veces no dormía porque no sabía lo que podía pasar". "Vi humo, fuego y humo. Vi a mi madre llorando y me dijo, 'mataron a la familia de mi tío'", cuenta Meera en este vídeo.
Al llegar a Barcelona se manifestó y dio charlas para sensibilizar sobre la acogida de refugiados. "Después de unos meses todo el mundo se olvidó", explica refiriéndose a la guerra de Siria. "Ya no puedo volver a Siria, porque el Régimen me considera activista", cuenta la joven y explica cómo le afectó su situación de refugiada hasta tal punto que pensó en suicidarse.
"Me siento mal por todo lo que está pasando, hay gente que está muriendo y se tiene que hacer algo", asegura Meera sobre la invasión rusa de Ucrania, pero añade que no le parece justo: "¿Por qué ellos importan más que nosotros?, ¿porque tienen ojos azules y son rubios?", reflexiona la joven sobre la manera en que los europeos tratamos a los refugiados.
Emile, superviviente a la guerra de Ruanda y de la primera guerra del Congo
Emile es un ruandés que habla sobre su experiencia en la guerra civil de su país cuando tan solo era un niño. Este hombre vivió una situación muy complicada porque su padre era tutsi y su madre hutu.
"Había tanta muerte y tanta sangre que a veces formaba un río", explica Emile sobre las atrocidades que tuvo que vivir durante el genocidio de Ruanda. "Cuando ibas a mear a un bosque o a un lugar escondido, encontrabas cuerpos sin cabeza", relata este joven.
Emile cuenta, en este vídeo, que ver las atrocidades de la guerra le marcó para siempre: "En un primer momento, vomitaba. A veces, sigo oliendo el olor de la muerte". Además, asegura que "antes lloraba mucho" pero ahora ya nunca. "Desde ese momento cuando estoy feliz o hago una foto, no sé sonreír. No puedo", detalla el hombre.
"Si hay algo de lo que me arrepiento es de no haber hecho bastantes preguntas", asegura Emile que no sabe que sucedió con su madre. "Creo que murió allí, pero nunca supimos lo que pasó con mamá", explica Emile que confiesa que si le hacía preguntas incómodas a su padre, le daba una bofetada.
"La guerra me ha robado la juventud, la adolescencia y la esperanza de vivir", explica Emile. Asimismo, relata que en 2013 tuvo "una crisis de ansiedad", le tuvieron que ingresar porque se iba a suicidar. "Sientes culpabilidad, preguntándote por qué estás vivo", explica Emile que tuvo que "hacer un trabajo de reconstrucción y construcción de otra persona" para salir adelante.
Este joven, aunque no le gusta hablar de lo que pasó, cuenta lo ocurrido ahora porque ver lo que está pasando en Ucrania es superior a él. "Cuando veo lo que está pasando en Ucrania me mata", asegura Emile. "Los niños, que me identifico con ellos, es una generación que va a sufrir. Aunque estén en España eso va a volver", reflexiona Emile.
"Es un trato justo, porque una persona que está atacada necesita estar protegida", explica sobre las actuaciones que se están llevando a cabo para los refugiados que provienen de Ucrania. "Tengo la impresión de que hay dos categorías de personas, lo digo sin rencor", cuenta Emile, comparados los refugiados ucranianos con otros de "las guerras olvidadas".
Maja, superviviente de la guerra de Bosnia
Maja tenía 18 años cuando la guerra de los Balcanes estalló en Sarajevo (Bosnia y Herzegovina). "Todo el mundo creía que era imposible, que en Sarajevo no pasaría. Que Europa no lo dejaría", explica la mujer.
"Salí con mis amigas y fuimos a una cafetería al centro de la ciudad. Vimos en directo una discusión televisiva que era la declaración de la guerra", explica Maja en el vídeo siguiente a estas líneas en el que puedes comparar cómo era su vida antes y después de que llegará la guerra.
"Mi padre se conectó con una amiga de la infancia y le comentó que tenía la oportunidad: salía el último avión de Sarajevo. Tienes 15 minutos de decidir, sí o no", explica Maja que en un instante toda su familia decidió huir de la guerra.
"Nos dijeron 15 kilos de cosas por persona", recuerda Maja que metió el abrigo, documentos y "la cosa más importante, para no olvidarme quién" era: "Me llevé tres libros". En el vídeo que sigue a estas líneas puedes ver el relato de las cosas que empacó Maja y su familia además de cómo las usaron posteriormente.
"Tenía mucho miedo, la guerra es una cosa de hombres", explica Maja sobre sus sentimientos cuando estalló la guerra. "Ser una chica joven y bonita era un problema muy grande. Son extremos donde está todo permitido", añade Maja.
"Durante muchos años tenía un sentimiento de culpa horrible", cuenta Maja porque lamentaba las personas que no habían tenido la oportunidad de vivir. De esta manera Maja, como Meera, Emile y Teresa comparten muchos de los miedos y las secuelas que deja una guerra. Un terror y unas atrocidades que cambiaron sus vidas y sus formas de ser.
Recuerda a su amigo Javier Krahe
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