Ecuador, devastado por la guerra entre el gobierno y Bandas armadas, es un trágico ejemplo de las consecuencias del narcotráfico. En seis años, los narcos han desmantelado un país aparentemente tranquilo. El miedo se extiende por la región y Bolivia intensifica controles para evitar convertirse en el próximo epicentro del caos.

El juego de ajedrez del narcotráfico se desplaza a Europa y España, estratégicamente ubicada, se convierte en la puerta de entrada de la cocaína. Por su parte, Bélgica, líder en incautaciones, y Países Bajos, por su puerto principal, son clave. La globalización permite que toneladas de droga se infiltren camufladas en la mercancía cotidiana.

Y es que las rutas de la cocaína no conocen límites. La producción aumenta en Bolivia, Perú y especialmente Colombia. Con fronteras porosas, países vecinos como Chile, Paraguay y Brasil se corrompen. Sin embargo, la expansión no se detiene ahí: África occidental emerge como un destino estratégico, creando conexiones no solo con Europa.