La respuesta que ha dado el Partido Popular a la propuesta de debates electorales del PSOE es toda una lección de cómo decir que no, fingiendo decir sí.
Porque es verdad que pone "Alberto Núñez Feijóo acepta celebrar un debate cara a cara con el Gobierno", pero a partir de aquí llega, por un lado el tono agresivo (a esta frase, por ejemplo, le añade "tras la agobiada petición repetida por su presidente"). Y, también, un sutil juego de palabras que ya se ve en esta frase "cara a cara con el Gobierno". Es decir, no con otros partidos políticos, que es lo que toca, sino con el Gobierno. Y a eso juega el resto de la carta.
Para un cara a cara, Feijóo pide que vaya o Sánchez o Diaz, porque él debate con gobiernos, no con partidos. Y si es Sánchez el que va, Feijóo dice que tiene que contar con el permiso de Díaz. Porque a Feijoo le debe parecer normal que un partido delegue en otro su papel en un debate. Y ya no da más opción para un cara a cara.
Luego dice que acepta un debate a tres con Sánchez y Díaz o, por último, ofrece también un debate con PSOE, Sumar y Vox, pero siempre que estén Bildu, ERC y PNV. Lo que suena a que solo quiere coincidir con Abascal si hay otros cinco alrededor para minimizar a la extrema derecha.
Todo esto en una carta firmada por González Pons en la que el tono no es de "somos adversarios y nos respetamos" porque en ella hablan de falta de compromiso democrático de Sánchez, intenta ningunear al presidente o Díaz con sus "que uno respalda a otro"; o ironizan varias veces con las discrepancias internas del Gobierno. La carta termina con un "con el deseo de avanzar" cuando no parece haber nada más lejos que eso. Atresmedia ya ha ofrecido debates a los candidatos.
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