Pedro Rocha lleva ya más de 230 días al mando del fútbol español como presidente interino. Sin embargo, en todo ese tiempo los medios solo han podido hacerle preguntas en una ocasión. Aunque lo negase en un principio, todos sabemos que su antecesor en el cargo, Luis Rubiales, le eligió a dedo para que cogiera el relevo. Porque Rocha habla poco, pero trabaja bien... en la sombra. No en vano, en estos siete meses ha logrado que todo el fútbol español le apoye.

¿Cómo lo ha conseguido? Básicamente, presentándose a sí mismo como el hombre de consenso que evitará que nos quiten la organización del Mundial en 2030. Hace unos meses, se anunció por sorpresa que España, junto a otros países, organizaría el campeonato internacional de fútbol, si bien esa decisión no es firme hasta el próximo mes de mayo. Y claro, la FIFA, que es la que decide quién organiza su campeonato, exige que haya estabilidad en la Federación. Esto es, no quieren más escándalos.

Así, exigen un presidente estable. Y es por eso que el fútbol español ha avalado casi en su totalidad a Rocha. Cabe recordar que el ahora presidente interino se presentaba a las elecciones para ser el máximo mandatario de la RFEF hasta Septiembre, que es cuando se le acababa el mandato a Rubiales. También es bueno recordar que Rocha fue vicepresidente económico de Rubiales: primero le ayudó a ganar las elecciones, y después ocupó uno de los cargos más relevantes de la Federación.

Se comprueba de este modo que Rocha es un hombre de fútbol. Pero no desde hace poco. Desde hace 11 años es presidente de la Federación Extremeña. Allí ha ganado tres veces las elecciones; la última, por unanimidad. Y ojo, porque fuera de los despachos, Rocha también vistió los pantalones cortos. De joven, fue futbolista de fútbol sala y llegó a jugar en la División de honor a finales de los 80 con el mítico 'Distribuidora de Recambios' de Cáceres. Fuera del fútbol, Rocha ha administrado tres establecimientos: una tienda de vestidos de novia, otra de ropa para hombres y una cafetería-pastelería.