Gardí Sugdub, una pequeña isla frente a la costa de Panamá, se encuentra en las últimas etapas de su existencia. Debido al imparable avance del mar provocado por el cambio climático, las casas, las calles y todo lo que ha conformado la vida de sus 1.300 habitantes están a punto de ser tragados por las aguas. La evacuación ya está en marcha, convirtiendo a los residentes de Gardí Sugdub en los primeros refugiados climáticos de Centroamérica.
Después de años de soportar una subida del mar que no se ha podido detener, la población de Gardí Sugdub ha vivido amenazada por constantes inundaciones en sus precarias viviendas. En 2010, se planteó por primera vez la necesidad de abandonar la isla. Ahora, 14 años después, la evacuación es una realidad inevitable. Los habitantes, cargando lo que pueden en pequeños barcos, se despiden de su hogar obligados a iniciar una nueva vida en tierra firme.
Su nuevo destino es una urbanización recién construida en una explanada montañosa tropical. Este asentamiento cuenta con 300 casas idénticas. Los antiguos habitantes de Gardí Sugdub, que vivían rodeados de mar y dependían de la pesca, ahora deben adaptarse a una vida rodeada de tierra, aprendiendo a cultivar para subsistir.
Esta comunidad indígena ha pasado años preparándose para la nueva situación. Aunque ellos son los primeros refugiados climáticos de la región, no serán los últimos. Más de 60 poblados en la costa de Panamá deberán desplazarse a zonas más seguras, ya que varias de estas islas están a solo 50 centímetros sobre el nivel del mar. Se estima que 365 islas del Caribe podrían desaparecer en menos de 25 años.
Actualmente, tres de cada cuatro personas desplazadas viven en países altamente expuestos a peligros relacionados con el cambio climático. Según proyecciones, en 2050, 216 millones de personas podrían convertirse en migrantes climáticos.
El riesgo de desplazamiento afecta a una vasta población, pero son los países más pobres y las comunidades más vulnerables los que sufren las peores consecuencias.
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