En la antesala de unas elecciones clave en Reino Unido y Francia, antiguos líderes conservadores han dejado claro que no apoyarán a los candidatos de sus respectivos partidos. En el Reino Unido, la campaña del Partido Conservador ha generado disidencias notables: un exministro de Energía ha anunciado que votará por los laboristas, acusando al primer ministro, Rishi Sunak, de alinearse con los negacionistas del clima.
Además, el último spot del Partido Conservador, en el que se muestra un pequeño barco con inmigrantes llegando a la playa, insinúa que votar por ellos reduciría la inmigración ilegal, en clara contraposición al enfoque laborista.
Mientras, en Francia, Dominique de Villepin, exprimer ministro y figura destacada de la derecha conservadora, ha desafiado las líneas tradicionales al llamar a apoyar al Frente Popular de izquierdas.
Su movimiento busca contrarrestar el ascenso de la ultraderecha representada por Marine Le Pen, después de que Éric Ciotti, líder de Los Republicanos, rompiera el 'cordón sanitario' y extendiera la mano a los ultras.
Estos movimientos de líderes conservadores históricos reflejan una creciente polarización política en Europa, donde las estrategias de campaña y las fracturas internas están redefiniendo el panorama electoral.
Una diferencia visible
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