Revlon era una empresa revolucionaria en el mundo de los cosméticos. Con 90 años de historia y presencia en 150 países era anunciada por las primeras 'top models' del mundo, pero ahora está quiebra.

Los pintalabios son, en realidad, el claro reflejo de cada una de las crisis que atraviesa una sociedad. De hecho, gran parte de culpa de la bancarrota de esta consolidada empresa la tiene la guerra en Ucrania.

Un pintalabios tiene entre 30 y 40 ingredientes, y los precios de estos productos han subido con la guerra. Algunos de ellos hasta un 25% más. Los envoltorios también sufren la inflación. Las cajas de los pintalabios, procedentes de China, también han sufrido un incremento de precio por la crisis de transporte. Actualmente, para conseguir expositores puede haber listas de espera de hasta seis meses.

Esto se suma a la crisis de la pandemia. Con el uso masivo de mascarillas, la venta de pintalabios cayó en picado. En España, por ejemplo, las ventas bajaron un 35%. Ahora, en cambio, tampoco ha crecido al ritmo debido por el hábito social adquirido y por la acumulación de pintalabios que se produjo durante ese periodo en las casas de los consumidores.

Antes de la pandemia, en el primer trimestre previo a ella, el 52% de las mujeres en el Reino Unido había comprado al menos un pintalabios. Sin embargo, en el primer trimestre de 2022, la cifra bajó al 33%.

Otro de los cambios es que las celebrities han apostado en redes sociales por sus propios pintalabios, una competencia extra para las marcas tradicionales. Lo mismo ocurre con el negocio online. Solamente en España las ventas por internet de pintalabios han aumentado un 24%.