Cuando la política suena

Eurovisión dice ser "apolítico", pero la historia demuestra lo contrario: boicots, banderas y canciones con mensaje político

El contexto Desde protestas contra dictaduras hasta referencias encubiertas a líderes internacionales, Eurovisión ha sido siempre un escenario donde la música y la política se cruzan, y los recientes conflictos sobre la participación de Israel lo confirman una vez más.

Eurovisión dice ser "apolítico", pero la historia demuestra lo contrario: boicots, banderas y canciones con mensaje político

Eurovisión siempre se ha vendido como un festival "apolítico". Pero basta con mirar un poco atrás para ver que la política no solo ha sonado en sus escenarios, sino que ha marcado decisiones, boicots y polémicas. Ahora, con la participación de Israel en el aire, esa realidad vuelve a ponerse de relieve: Países Bajos, Islandia,Eslovenia e Irlanda ya han anunciado que no irán si Israel participa. España, como en muchas otras ocasiones, se enfrenta a un dilema: ¿de qué lado está?

Desde sus inicios, Eurovisión ha sido mucho más que un concurso de canciones. Es una plataforma para que los países proyecten su imagen y, a veces, para que lleven mensajes políticos de manera sutil… o no tan sutil. Israel lleva años usándolo como escaparate: tras ganar en 2018 quiso organizar el festival en Jerusalén, un territorio en disputa. En respuesta, el representante de Islandia mostró una bandera de Palestina sobre el escenario. La organización le multó, recordando que la política no tiene cabida en el festival.

Las reglas dicen que no se permiten mensajes políticos en las canciones, pero en la práctica, las cosas no siempre son tan estrictas. Georgia fue expulsada en 2009por negarse a cambiar la letra de su canción 'We don't wanna put in' —un evidente juego de palabras contra Putin—. Sin embargo, en otras ediciones se han escuchado referencias claras a líderes como Putin sin sanción alguna.

La política también ha entrado en Eurovisión a través de la historia reciente. En 2014, mientras Rusia invadía Crimea, Ucrania presentó una canción sobre las deportaciones masivas en la península durante los años 40. Nadie les pidió que la cambiaran. Y no hay que irse tan lejos: en 1992, mientras Europa firmaba el Tratado de Maastricht, España cantaba sobre la unidad del continente: "Juntos, unidos, unidos, Europa". Propaganda disfrazada de canción, pero propaganda al fin y al cabo.

Incluso durante dictaduras, el festival fue un escaparate político. Por ejemplo, Franco aprovechó el festival para mejorar la imagen de su régimen: en 1968, España ganó Eurovisión, y al año siguiente, a pesar de seguir bajo dictadura, organizó el festival. Sin embargo, Austria decidió no participar como forma de protesta. Años antes, un hombre saltó al escenario con una pancarta contra Franco y Salazar; aunque su acción pasó a la historia, no derivó en un boicot internacional.

Eurovisión dice ser "apolítico", pero la historia demuestra que nunca lo ha sido. Cada canción, cada escenario y cada victoria pueden ser también un mensaje. Ahora, con los boicots y la presión sobre Israel, el festival vuelve a demostrar que, cuando la política suena, Eurovisión no puede ignorarla.