Lo que no veíamos
Del "un beso a Ábalos" a las visitas a Leire Díez: el nuevo 'filtro' deja al descubierto la otra cara de Santos Cerdán
La otra cara Lo que antes parecían gestos de buena fe ahora huelen a maniobra calculada. La UCO cambia el foco y deja al descubierto que Cerdán sabía —y movía— mucho más de lo que dijo.

Agárrense, porque a partir de hoy, todo lo que sabíamos sobre Santos Cerdán tiene otro color. No es una metáfora: las revelaciones de la Guardia Civil han cambiado el foco, y ahora entendemos cosas que antes pasaban desapercibidas. Gestos, declaraciones, reuniones que parecían casuales, ahora cobran sentido. La UCO ha puesto sobre la mesa un nuevo filtro, y con él, la historia es muy distinta.
El primer gran momento fue casi cinematográfico: un domingo, Cerdán se presentó en casa de José Luis Ábalos para decirle que estaba suspendido de militancia. En aquel momento lo vimos como un gesto de respeto, incluso de cariño. Amigos de toda la vida, decíamos. Hoy sabemos que había algo más: una maniobra calculada para no soliviantar a Ábalos en un momento clave. Y le funcionó.
Ábalos lo dijo claro por entonces: "Cerdán no actúa motu proprio. Para él esto está siendo muy duro, ya se lo digo yo. Actúa por mandato de la dirección".
Pero algo cambió pronto. Ábalos estalló. Aseguró que Cerdán conocía perfectamente a Koldo y lo señaló por haber filtrado datos personales. Una reacción que, en su día, muchos consideraron desproporcionada. Hoy no. Hoy entendemos que mientras él era apartado del foco político y tratado como un apestado, Cerdán seguía en su silla, cómodo, en el mismo puesto que antes había sido suyo.
Y más aún: cuando Cerdán, intentando mantener las formas, decía en público cosas como "le quiero mandar un beso a Ábalos. En el partido estamos con él", nos sonaba a cortesía política. Hoy nos suena a doble juego.
Después está el misterio de Leire Díez. ¿Por qué una militante sin cargo aparente se reunía repetidamente con Cerdán en Ferraz? ¿Por qué tanta insistencia? Ahora, con la UCO investigando a fondo, esa relación deja de parecer anecdótica. Cerdán no era un simple espectador. Lo que Leire pudiese saber —y lo que la Guardia Civil estaba empezando a destapar— claramente le interesaba.
Otro capítulo llamativo: su repentino interés por la obra públicaen Navarra. El 20 de mayo salió diciendo que él "había preguntado mucho". Pero la realidad es que no registró ninguna pregunta oficial hasta el 9 de mayo, justo antes de que estallara todo. ¿Casualidad? Difícil creerlo.
Y luego están los avales. En la comisión de investigación del Senado, Cerdán explicó por qué dejó a Koldo custodiándolos. Habló de miedo, de desconfianza entre compañeros, de tensión dentro del PSOE. Palabras que en su día sonaron a excusa. Hoy parecen la punta del iceberg de un partido donde nadie se fiaba de nadie.