"Dubái en general es una ciudad de muchos excesos y eso es parte de lo que la hizo famosa. Es un lugar con mucha riqueza económica donde hay mucho acceso a muchos lujos", resume de manera clara, breve y concisa la bióloga Aline Witte. Oro, coches de lujo, edificios de infarto, restaurantes de alto nivel, Bitcoins... todo ello florece en esta ostentosa ciudad ubicada en medio del desierto que desafía una y otra vez a la naturaleza, destruyéndola e intentado manipularla.

Un exceso constante y sin límite que se deja notar, y mucho, en la salud de nuestro planeta. Si la huella ecológica media del mundo es de 2'7 hectáreas por persona, la media de Dubái es de 9'5 hectáreas por persona. "Si todo el mundo viviera como se vive en Dubái, harían falta 4 planetas y medio como la Tierra para que todos pudiéramos habitar", reflexiona Jalis de la Serna tras haber rodado este documental con el equipo de Enviado Especial.

El desierto es su origen y su tope, el reflejo de su contradicción: un oasis de riqueza rodeado de arena. "Parte de lo que sería necesario hacer como población no solamente aquí en Dubái, sino mundialmente, sería reducir nuestro consumo. Realmente los humanos no necesitamos tanto para vivir", explica la científica.

"Dubái es el ejemplo extremo de una sociedad global de consumo. Nuestros excesos han hecho que el planeta esté, desde hace tiempo, en número rojos. Pero estamos a tiempo de redirigir la partida. ¿Seremos capaces de cuidarlo para salvar nuestro presente y, sobre todo, el futuro de los que aún están por llegar?", se pregunta con preocupación el periodista.