Este jueves, llega una nueva entrega de la cuarta temporada de El Jefe Infiltrado, con sabor a fruta. La empresa más importante de kiwis de nuestro país infiltra a uno de sus directivos para comprobar si en las entrañas de la compañía todo es tan dulce como debiera. El Jefe Infiltrado pasará de las reuniones de trabajo y el despacho a las largas jornadas en el campo o a la rutinaria zona de empaquetado en fábrica.

El Jefe Infiltrado se convertirá en un profesional del empaquetado, conocerá la dureza del campo y podrá comprobar la seguridad del negocio, la calidad de los productos y la salud de los empleados.

El 60% de la producción nacional de kiwi en nuestro país la cubre una sola empresa en nuestro país: Kiwi Atlántico. Y además, la compañía todavía tiene energías para dedicarse a la sandía y el melón. Sus directivos saben su compañía es referente en el mercado pero para seguir siendo símbolo de calidad están convencidos de que conocer la marca "desde dentro" puede ser una opción perfecta.

Para ello, Kiwi Atlántico infiltrará a su gerente, Carlos Vila, como un trabajador más de la empresa, para la que tendrá que trabajar en puestos que jamás había imaginado y con compañeros que nada tienen que ver con él. A la dificultad de evitar que lo descubran se une el hecho de que "el jefe infiltrado" nunca ha trabajado fuera de un despacho y teme que su falta de experiencia en otro tipo de puestos lo delaten ante sus empleados.

Tras un importante cambio de imagen y bajo una nueva identidad, El jefe infiltrado dejará atrás sus reuniones de trabajo y sus jornadas en el despacho para adentrarse en el día a día de una empresa con puestos de trabajo en la rutinaria fábrica o en el duro campo. El jefe infiltrado se convertirá en un profesional del empaquetado, donde descubrirá la concentración que se necesita para no fallar en un trabajo rutinario y en el que un pequeño fallo puede hacer que se pierdan kilos y kilos de kiwis. También conocerá la dureza del campo, de la tierra y de la maña que se necesita para operar con máquinas específicas nada sencillas para un trabajador de oficina. Una tarea en la que hay que prestar especial atención a la seguridad para no comprometer el buen hacer del negocio, la calidad de los productos y la salud de los empleados.

La experiencia no será nada fácil. Las largas jornadas en el campo, la concentración en la zona de fábrica o las capacidades necesarias para operar en grandes superficies de producción, distribución o venta serán duros escollos para El Jefe Infiltrado, que incluso será despedido por uno de sus empleados que, desconociendo su verdadera identidad, le aconseja fervientemente que no vuelva nunca más a ejercer ese trabajo. Durante su camino como jefe infiltrado, el directivo conocerá las historias personales de más de un empleado, lo que hará valorarlo de forma más personal y con mayor conocimiento de causa. Una experiencia exigente que hará que nada sea igual a partir de ahora.