Erik Harley se desplazaba hasta Carboneras, Almería, para hablar del hotel Algarrobico, uno de los proyectos más pormishuevistas de la costa española. El principal impulsor de este "despropósito" fue el por aquel entonces alcalde, Cristóbal Fernández, que dio la licencia de obras para que se construyeran en este "mamotreto" "7 hoteles, varias piscinas, 1.500 viviendas de lujo e incluso un campo de golf".

Aunque nadie llegó a alojarse aquí ya que "el complejo vulneraba la ley de costas, que entró en vigor en 1988" y que prohibía construir a menos de 100 metros del mar. Pero no fue la única ley que se pasaron "por el forro del bañador", también ignoraron que era "reserva de la biosfera, un lugar de interés comunitario, zona de especial protección e interés mediterráneo y zona de especial protección para las aves", entre otras muchas cosas.

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