En su misión por dar a conocer el legado andalusí de la península ibérica, Boris Izaguirre llega hasta Valencia, donde le espera Manuel Ruzafa, profesor de historia medieval en la Universidad de esta ciudad. Pero su encuentro no se produce en cualquier lugar. "Hemos venido a lo que era la pequeña gran ciudad que era Valencia en la época musulmana" o, como era llamada entonces, Madina Balansiya. "Madina, ciudad, Balansiya de Valentia".

Ambos pisan el suelo del que fuera "el núcleo duro de una ciudad romana que fue, además, una de las joyas de la época visigoda". De hecho, la catedral "había sido el templo de Venus", asegura el profesor. " Y aquí estaba el Foro Romano, la administración romana... Esto era como lo más granado. Los aristócratas, los guerreros, los que tenían tierras vivían aquí. Estos eran los nobles musulmanes".

El historiador da todo lujo de detalles de estas casas que en esta zona se erigían, pequeñas, pero construidas con materiales de muy buena calidad. "Buenos salones, buenas maderas, buen adobe (...) Había ostentación, y mucha, porque cada una de las familias quería manifestar su poder, pero desde su perspectiva. Casa cerrada, ventanas pequeñitas, que nadie vea desde la calle nada en absoluto. La gente que está al servicio vive arriba y gracias", relata.

Valencia tenía tanta importancia en la época musulmana que el emir Abderramán III decidió proclamarse califa solo cuando conquistó la ciudad y tuvo a Toledo sometida. Sin embargo, su despertar económico y urbanístico no se da hasta el siglo XI. "Pero, entonces, cuando se despierta esa situación tan rica, se crean también personajes interesantísimos que aparecen viviendo acá", apunta Boris Izaguirre.

Uno de los más importantes a nivel histórico es Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. "Este soldado de fortuna, este noble, vivió los tiempos del siglo XI, en el cual, cristianos y musulmanes se aliaban, luchaban y vivían juntos. Tenía una mesnada, una tropa muy buena. Y él era, en ese sentido, el Messi de la época, el guerrero por excelencia. Entonces, él nunca fue derrotado, cierto", explica el profesor.

Su mujer, doña Jimena, también tuvo "un papel importantísimo". "Era de una familia muy notable allá en Burgos. Le aportaba tierras, le daba tranquilidad". Cuando murió el Cid, ella gobernó Valencia durante tres años y tomó el mando de los ejércitos, algo insólito para una mujer en aquella época. "Ella es la que se encargará de contener a los almorávides, que van a venir y van a arrasar, como así sucedió. Decide destruir Valencia", cuenta Ruzafa para matizar a continuación. "Destruir es una forma de hablar. Era imposible destruir una ciudad, aún hoy lo es, pero la dejó totalmente desarticulada y se retiró con sus tropas castellanas a Castilla".