Tras visitar el Teatro Romano de Mérida, Boris Izaguirre y Agustín Velázquez, conservador del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, dirigen sus pasos a otra de las maravillas arquitectónicas que los romanos dejaron en la antigua Augusta Emerita (la Mérida actual): el Anfiteatro.

Al contrario de lo que sucedía en el espacio anterior, aquí hay poca comedia que ver. Sobre este suelo que ahora pisa el presentador de 'Desmontando' se jugaban la vida los gladiadores. "Los gladiadores formaban parte de unas escuelas deportivas y eran personal servil o esclavos que pertenecían a esos señores. Aunque también había personas libres que se metían en este mundo para buscar una salida", explica el experto.

"Tenemos una imagen un poco distorsionada de las películas de Hollywood. Realmente los combates no eran todos a muerte, ni mucho menos". También existían los combates a puntos, "como hoy en día, los combates de boxeo", y los combates a primera sangre. "Había muchas modalidades de combate porque, claro, al empresario tampoco le interesaba formar a un gladiador durante mucho tiempo, que costaba mucho tiempo y dinero, y luego a la primera de cambio que lo perdiera de repente".

Pero no solo había luchas de gladiadores. También existían las luchas de animales entre sí, "animales salvajes que se sacaban, se peleaban. Que también los entrenaban". Esas fieras, metidas en jaulas, eran introducidas en el anfiteatro por un sistema de poleas. "Luego el público también se dividía en tres órdenes: la cavea ima, la cavea media y la cavea summa, que aquí falta". En total, cabían unas 15.000 personas dispuestas a asistir a estos sangrientos combates de gladiadores, fieras, o gladiadores y fieras juntos. "Estas últimas, las preferidas del pueblo romano".

"El anfiteatro se inaugura en el año 8 a.C. y la arena de forma elíptica es la zona del espectáculo. Además, contaba con unos toldos para cuando daba mucho el sol", detalla el experto.