"Aquí estaba la carpintería de Juan López, de toda la vida, y la calle San Eduardo, quillo", le dice Jesulín a Albert Espinosa mientras señala los lugares que le vieron crecer en la calle en la que se encontraba su hogar cuando era un niño. Este primer episodio de 'El camino a casa' está a punto de llegar a su final y la emoción está a flor de piel.

Jesulín repara en un muro de piedra unos metros antes de subir las rampa que tantas veces le llevó hasta la puerta de su vivienda. ¡Oh, aquí es, aquí es, aquí es", comenta con un hilo de voz. "Es curioso porque cuando ya no están aquí tu padre, tu madre, tu familia, no vuelves, ya no es lo mismo", señala el escritor. "No", corrobora el torero. "Hay que ver. Joder. No he pasado yo veces por aquí de crío y con mis perrillos por aquí. Josefa vivía por aquí. Yo me metía mucho con ella y ella me pegaba, pero era una mujer muy buena", rememora.

"Aquí vive Pepito Cañón. Este hombre se junta conmigo todavía, nos conocemos de toda la vida. Aquí vivían mis amigos. Ahí, Pilar. Aquí, Paca. Maricarmen, arriba. Ángela, abajo. Y... esta era mi casa", narra mientras señala estos lugares. "No he subido yo veces esas escaleras", asegura con una sonrisa melancólica.

Albert Espinosa tiene una propuesta que hacerle. "Aquí acabaría el camino a casa, pero quizá te gustaría entrar", le dice mientras enseña las llaves. Jesulín no se lo piensa dos veces y abre las puertas para adentrarse en sus recuerdos. "Esta era la habitación de mi padre y mi madre y la habitación nuestra, porque dormíamos todos en la misma habitación". Jesús Janeiro suspira y coge aire para poder continuar adentrándose en ese domicilio, que hoy está prácticamente en ruinas. "Éramos muy felices", recuerda.

"Aquí no vengo yo desde hace 37 o 38 años. Es la primera vez que vengo". Jesulín sigue recordando cómo era su casa, dónde estaba cada mueble, cada electrodoméstico, cada muro, cada rincón. 'Jesuli' ya no puede dejar de llorar. "Mi abuelo siempre se ponía ahí en ese poyetito... Aquí nos hemos criado nosotros".