Trinidad Valencia supera los 90 años de vida y sueños, cifra a la que suma días y días con sonrisas y entretenida con la programación de actividades de la residencia de Granada que se convirtió en su hogar desde no sabe ya cuándo. En esa residencia, esta abuela sin nietos, comparte momentos de charla con otros usuarios, pasea y embiste a la vida con el ánimo de un veinteañero, la edad de las dos chicas que la han adoptado como abuela.

El programa intergeneracional 'Adopta un abuelo' ha arrancado con una nueva temporada para unir a jóvenes con esa tercera edad que tanto tiene que aportarles y se ha convertido en el consuelo y la ilusión de ancianos que marcan en el calendario el día acordado de cada visita. "Todo lo que necesitamos es cariño, gusta que vengan a visitarnos, que nos quieran, que nos cuenten qué hacen cada día y así hasta la próxima semana", explica Trinidad, usuaria de este proyecto.

El presidente y fundador de este proyecto, que suma ya a medio millar de jóvenes que han ofrecido 15.000 horas de compañía a 250 ancianos de 27 residencias de una veintena de ciudades, Alberto Cabanes, lo ideó tras comprobar en las visitas que hacía a su abuelo que muchos ancianos que viven en residencias no disfrutaban de esa compañía de un nieto y anhelaban intercambiar caricias o historietas y una mano a la que aferrarse.

El principal objetivo del programa es que los mayores se sientan escuchados, acompañados y queridos y que los voluntarios puedan obtener un aprendizaje continuo en experiencias y valores. En eso se centra Cristina Benet, una opositora de 26 años que desde hace dos sumó a su familia una nueva abuela, Trinidad, con la que se reúne cada sábado por la tarde.

Cristina descubrió 'Adopta un abuelo' en redes sociales y, casi por casualidad, en las jornadas de formación y presentación de abuelos congenió con Trinidad y, aunque buscaban un voluntariado algo más temporal, acude desde hace dos años a disfrutarla. "Ella nos espera cada semana como agua de mayo y si llegamos tarde, se preocupa. Le habla a su familia de nosotras, nos pregunta por los estudios, por lo que comemos cada día y se comporta como una abuela más", explica Cristina.

Esta joven tiene otra abuela, una de sangre que también está en una residencia aunque en otra ciudad y que recibe cada día la visita de familiares para expulsar la sensación de soledad y llenar sus días de cariño y compañía. "Por eso, este voluntariado me conquistó, porque no todos los abuelos tienen alguien que pueda ir cada día a verlos, a acompañarlos", detalla esta joven que reconoce que "nunca" pensó que estaría tanto tiempo a la vera de su nueva abuela.

"Trini es alegre, cariñosa, muy abierta a hacer de todo, habla mucho, es muy feliz y no se queja de nada", describe esta nieta adoptiva que, junto a otra voluntaria, acude cada sábado a jugar a las cartas, a pasear, a compartir historias y emociones con Trini. "Son muy cariñosas y las quiero como si fueran cosa mía", resume Trinidad, que reconoce que si un sábado se queda sin su visita la semana se hace "mucho más larga", que se preocupa por sus nietas y recomienda a cada mayor que adopte a su nieto, "nietos de corazón".