Desde el 30 de noviembre de 2019, una placa rememorará a los miles prisioneros franquistas de la cárcel de Carabanchel. Ha sido financiada con dinero privado porque el nuevo Ayuntamiento de Madrid, a petición de Vox, retiró la subvención concedida por el anterior equipo de gobierno.

"Lo ha cambiado para comprar camiones de transporte de caballos de la policía municipal. Nos parece lamentable porque es tratar de ignorar la historia", ha apuntado Pedro Casas, miembro de la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto.

El alambre de espino da una pista de lo que allí hubo durante más de cinco décadas: una prisión en forma de estrella construida en 1940 por presos de la dictadura para albergar a represaliados de toda España. Lo recuerda bien Luis Suárez: allí pasó ocho meses, en la sexta galería, destinada a los opositores al régimen: "Conquistamos cierto margen de libertad: nuestra biblioteca, nos reuníamos y organizábamos nuestras propias charlas".

Por eso, critican que no se le dé a este solar la relevancia histórica que merece. "Es reconocer una realidad sin ninguna connotación ideológica", ha lamentado Luis . La cárcel se cerró en 1998. Una década después, y tras haber sido vandalizada, se procedió a su derribo. La icónica cúpula no se pudo salvar. Ahora luchan porque no se pierda también la memoria.