Se cumplen 100 años de la generalización del teléfono en casa en plena decadencia de la línea fija. Según un estudio, los españoles apenas llamamos ya con él, tan solo lo hace el 8% y uno de cada cuatro asegura que nunca realiza llamadas con él.

Tener uno de estos ejemplares era todo un hito, aunque en sus inicios la compañía Telefónica de España se marcó como objetivo instalar 400.000 teléfonos. Un aparato que cambió la vida de los españoles, que comenzaron a usarlo para llamar a familiares, amigos y también a la "novia", como dice uno de los entrevistados.

"Es de los últimos objetos que todos tenemos tan en común", comenta Oyer Corazón, diseñador estratégico. Y, es que, el teléfono a lo largo de los años "nos ha transmitido noticias, nos ha conectado con la gente a la que queríamos y nos ha tranquilizado", asegura Fernando Córdoba, experto en estrategia de marcas y narrativa.

Atrás quedaron los tiempos en los que tuvimos que aprender a utilizarlo, primero girando una rueda y esperando a que otra voz nos atendiera, y después convirtiéndose en automático.

"Había que enseñarle a la gente que, cuando descolgaba el teléfono, iba a oír un tono. Que tenían que marcar un número de teléfono y ya no tenían que esperar a hablar con nadie para marcar", recuerda Fernando Córdoba.

A mediados de la década de los 60, el cable ya llegaba a dos millones de hogares; y del heraldo pasamos a otro, el góndola, que era el que estaba colgado en la pared. Hasta que llegó "el domo de Telefónica", recuerda Oyer, cuya "primera edición fueron nueve millones de unidades". "Yo creo que es el último caso donde tanta gente tenemos un mismo objeto en nuestra casa a la vez", sostiene. Y eso que pagábamos caro el minuto.

Nos hemos pasado la vida comunicando. Y 100 años después todas esas líneas que nos conectaron, se van apagando para siempre. Sin que nadie nos regale su voz al otro lado.