Intentando saltar la verja del Puerto de Melilla, algunos niños intentan colarse en uno de los Ferris que viajan a la Península, escondidos en los bajos de los camiones.
Lo llaman 'riski' y se repite cada noche en las calles de Melilla, donde viven decenas de migrantes menores de edad.
"Mucho frío en la calle 'riski' barco; en Málaga, buena gente", comenta un niño de 12 años que quiere llegar hasta Málaga.
No quiere ni oír hablar del de 'La Purísima' de Melilla. "En 'La Purísima' no hay buena gente. En las duchas hace mucho frío", explica.
En el centro de internamiento preparado para 170 personas, llegan a dormir hacinados más de 500.
"Yo en 'La Purísima' duermo en una habitación con siete u ocho personas. En el centro, muy mal porque no hay ropa, no hay mucha comida y el agua está fría", comenta otro menor.
Instalaciones en mal estado, niños en el suelo y un río de aguas fecales rodeando los pabellones. Todo pese a que la empresa encargada de dar servicio recibe casi seis millones de euros al año de dinero público.
En los últimos meses han muerto dos menores que fueron internos de los centros de Melilla. "Los niños, las personas, se mueren. Para que vengan a llevarse un cadáver, lo que tendrían es que haberse llevado es a su hijo", afirmó el consejero de Bienestar Social de la Ciudad Autónoma.
Las ONG denuncian que las muertes de los dos menores siguen sin esclarecerse. Pero ellos no pierden la esperanza y a veces pueden celebrar que alguno de ellos ha conseguido ir a la Península.
"Le habían lavado el cerebro"
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