Acompañada de sus hijos y con el aplauso de los sevillanos, así ha sido la despedida de la duquesa de Alba, una despedida que se le ha hecho demasiado dura a su hija menor, que rompía en lágrimas nada más salir del Ayuntamiento.

Casi toda la familia ha acompañado al coche fúnebre hasta la catedral. Menos su marido Alfonso Diez y su primogético. Ellos han sido los primeros en recorrer los 200 metros que unen el Ayuntamiento de Sevilla, con la catedral hispalense. 

Un recorrido, en el que había más de 20.000 personas esperando, para dar el último adiós a doña Cayetana. Un cariño que la familia de Alba ha notado durante todo el recorrido. Al llegar a la puerta de la catedral, los nietos han levantado el féretro y lo han llevado hasta el altar.

Una vez dentro y rodeados de amigos, políticos y de la infanta Elena en representación del rey, ha comenzado la ceremonia. Durante la hora y media de misa, las caras  y los gestos reflejaban la dureza del momento. Al terminar, Alfonso Diez se ha fundido en un emotivo abrazo con una de las nietas de la duquesa. La casa de Alba ha salido arropada de la catedral, camino del cementerio donde la Duquesa va a ser incinerada.