Carmen Granado es médica en un Punto de Atención Continuada en la localidad madrileña de Navas del Rey. Zonas rurales como ésta cuentan cada vez con menos personal, como denuncia Granado, quien relata que han pasado de formar un equipo de cinco médicos y otros cinco enfermeros a sólo tres en la actualidad.
"Nosotros tenemos que estabilizar y tratar -a los pacientes- para que puedan llegar al hospital vivos. Si nosotros no prestamos ese servicio, es pura estadística que va a acabar falleciendo alguien", relata a laSexta la profesional sanitaria, quien se lamenta de que los desplazan "a otro sitio, pero es como que desvisten un santo para vestir a otro. Es tan simple como que no se pueden cubrir 80 dispositivos de urgencias con el personal de 40".
Una reclamación que va en consonancia con la de su compañero Juan Carlos Pérez, enfermero, quien explica a laSexta que en centros de trabajo como el suyo hay ocasiones en las que se queda solo. "Si el paciente viene con un shock y tengo que ponerle corticoides o adrenalina, no está protegido porque no hay médico. Yo yo puedo saber hacerlo, pero ¿y si metemos la pata con resultado de muerte?", reflexiona Pérez.
Dicen sentirse maltratados desde hace años, aunque aseguran que el problema se ha agravado por la "justificación" de la pandemia y tras el cierre de muchos servicios de urgencias. "El hecho de que consigamos evitar la muerte de tres personas al año es suficiente para mantener un servicio abierto", reflexiona Granado, quien hace el siguiente paralelismo: "De la misma manera que mantenemos servicios de bomberos abiertos: yo nunca he necesitado un bombero en mi casa, pero tendrán que estar por si se me quema la casa". Puedes ampliar esta información en el vídeo que acompaña a esta noticia.
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