La neurocirujana responsable del proyecto, Gloria Villalba, ha destacado que este ensayo es "pionero en Europa", con peculiaridades que lo hacen "único en el mundo", y permite que "pacientes que no tenían salida ahora encuentren una esperanza".
La estimulación cerebral profunda se consigue tras implantar dos electrodos en el cerebro con la ayuda de un robot, que van conectados a una pila insertada bajo el abdomen y que envía corrientes constantes a dicho órgano.
Se trata de una técnica utilizada desde hace años para tratar otras enfermedades, como el Parkinson, aunque nunca hasta ahora se había probado su eficacia para el tratamiento de la anorexia. El ensayo del Hospital del Mar, financiado por una beca del Fondo de Investigación Sanitaria y el Centro de Investigación en Salud Mental del Ministerio de Sanidad, tratará a ocho pacientes en total, cuatro de los cuales ya han sido operados y tres de ellos han mostrado una respuesta "variable pero satisfactoria", según ha afirmado Villalba.
La doctora ha aclarado que la respuesta es "variable" porque la ganancia de peso de los tres pacientes es distinta, pero todos lo han aumentado y muestran menos ansiedad, mejor estado de ánimo, mayor socialización e interés en trabajar y estudiar. Villalba ha especificado que la cuarta paciente, que no ha mostrado respuesta alguna al tratamiento, fue operada hace siete meses, y hasta completar el año aún podría responder.
Una de las pacientes tratadas con éxito es Elisabeth Valladares, de 42 años, que desde los 30 sólo ingería líquidos: "Empecé con 14 años a hacer dieta, cada vez restringía más y perdía más peso. Tras diferentes tratamientos me dejé, ya no quería vivir más", ha explicado, emocionada. Hace dos meses y medio que Valladares recibe la estimulación cerebral, y ya ha empezado a ingerir alimentos sólidos por su propia cuenta y prácticamente no toma laxantes ni diuréticos, algo que consumía en abundancia, y está aumentando de peso.
La paciente ha explicado que el principal cambio que nota es que no tiene sentimiento de culpabilidad cuando come, algo que se había convertido en su principal problema. "Desde la operación me siento estupendamente bien, no tengo nada malo que decir. Empiezo a ser feliz, hacía cuatro años que no comía", explica.
La estimulación cerebral profunda se dirige a los enfermos de anorexia nerviosa severa y crónica, con más de 10 años de trayectoria de la enfermedad, que no han respondido a ningún tratamiento convencional, y si es exitoso será incorporado a la cartera de servicios del Servicio Mancomunado de Neurocirugía del Hospital del Mar y el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. "Esta técnica no provoca que tengan más hambre, sino que actúa sobre las otras enfermedades", mejorando así la situación global del paciente, ha aclarado Pérez.
La anorexia es un trastorno alimentario y es la enfermedad mental con más mortalidad, con una tasa de alrededor del 5 % de muertes causadas por suicidio y por complicaciones debidas al bajo peso, y aunque hay tratamientos eficaces que permiten superarla en una media de cinco años, entre un 20 y un 30 % de los casos se cronifican. "Uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos es disminuir la cronificidad y la mortalidad de las enfermedades mentales, y la estimulación cerebral profunda nos puede ayudar no sólo a ello, sino también a descubrir por qué hay pacientes que no responden a ningún tratamiento", ha concluido Pérez.