"Yo salí con la bola de fuego. La casa está destruida", es la reacción de quien acaba de enterarse de que su única casa está ennegrecida e inservible. Lo que ahora le queda, prácticamente, cabe en unas maletas.

Tras tres días, tendrá que ir al Centro de Atención a Afectados de Gandía. Allí, les pagarán un hotel, donde tendrán poco a poco que ir digiriendo que tiene que empezar de cero. "En cinco minutos te cambia la vida. No tenemos otra cosa", señala. El gobierno regional les ha dado un alojamiento mientras tanto.

Son los vecinos de las urbanizaciones más afectadas los que lloraban agotados, pero tenían fuerzas para despedir emocionados a la unidad militar de emergencias que se marcha tras días de mucho esfuerzo.

Para ellos lo más duro empieza ahora y no sólo para quienes han perdido sus hogares. "Gracias a dios mi casa ha sido una de las menos afectadas, pero el aspecto de la urbanización es espantoso", afirma otro vecino.

En Pinet y en Llutxent ya han regresado ayudados por los agentes. Han tenido más suerte que sus vecinos, aunque suerte quizás no es la palabra, porque, aunque han salvado sus casas, han perdido su campo.

El 70% del término municipal de Pinet se ha quemado. Pinares y alcornocales, ecológicamente claves, de los que gozaba la región y que deberían haber contado, denuncia 'Greenpeace', con un plan de protección y prevención adecuado.