El gasto en educación en la sombra ('shadow education') o lo que conocemos, desde siempre, como clases particulares privadas se ha disparado en los últimos años. Contra todo pronóstico, ni siquiera la gran crisis económica de 2008 frenó su expansión. De hecho, su volumen se triplicó entre 2006 y 2017. Pasó de ser de 246 millones de euros a los 732 millones en tan solo 11 años.

Así se desprende del estudio 'Educación en la sombra en España: cómo las clases particulares se están convirtiendo en un bien de primera necesidad', elaborado por Juan Manuel Moreno, analista de investigación del Centro de Políticas Económicas (EsadeEcPol).

En nuestro país, la demanda de este tipo de educación complementaria ha aumentado en los últimos años (entre 2006 y 2020). En la actualidad, el 23% de los hogares españoles y el 24% de los estudiantes 'consume' clases particulares. Unas cifras que si bien han ido aumentado, son relativamente bajas en relación con los países asiáticos e, incluso, europeos.

Pero, ¿qué nos ha llevado a aumentar la demanda de este tipo de servicio? El autor del informe señala algunos factores relacionados con el rendimiento escolar o la calidad de la enseñanza. "El fracaso, la repetición y la explosión de expectativas", apunta, "resultan claramente relevantes".

Refuerzo de asignaturas y aumento de la competitividad

El primero de los motivos por los que las familias demandan este tipo de enseñanza reside en que necesitan un refuerzo en asignaturas muy determinadas, como es el caso de matemáticas, química, inglés o griego, pero también en las "altas expectativas de los padres". Así lo han trasladado a laSexta dos profesores que dan clases particulares a niños de primaria y a estudiantes de la ESO y de Bachillerato.

"He notado que hay familias que tienen las expectativas demasiado altas y son muy exigentes con los niños, sobre todo a partir de la ESO. Creen que si no se enfocan, por ejemplo, hacia una carrera universitaria es casi un fracaso. Hay niños que tienen resultados aceptables, pero sus padres creen que están fracasando y ellos tienen miedo a decepcionarles", comenta al respecto Rodrigo García, profesor de clases particulares.

Hay familias con las expectativas muy altas. Hay padres que creen que sus hijos están fracasando con notas aceptables"

Rodrigo García, profesor particular

Por su parte, Raúl Sánchez Aguilar apunta al aumento de la preparación de los niños desde edades tempranas. Él da clases de distintas materias como refuerzo, pero también da robótica a niños que están en cursos de Infantil. En una entrevista con laSexta ha explicado que "los padres quieren que los niños empiecen a saber tecnología y programación porque el futuro está en la informática" y consideran que esta iniciación temprana les puede ser útil en un futuro.

Algo similar se aprecia con los idiomas. Y es que el acceso a titulaciones superiores de, por ejemplo, inglés hace que las familias busquen refuerzos más allá del colegio o el instituto. "A veces les apuntan a clase buscando, sobre todo, la titulación. Les preparan para que en un futuro no les cueste tanto" porque quieren realizar una prueba de nivel de idiomas, nos explica María José, profesora de primaria en un centro de Granada.

Pérdida de confianza en la enseñanza y en las instituciones públicas

El informe mencionado anteriormente sitúa a la "desconfianza en las instituciones públicas" como otro de los factores que ha podido impulsar el aumento de la demanda de clases particulares, si bien no cree que sea determinante "al menos por el momento".

María Martín es madre de un niño de 14 años que recibe clases particulares de alemán. Nos cuenta que ha perdido un poco la confianza en la enseñanza, pero no por los profesores o los contenidos, sino porque considera que "existe un problema con las ratios". El hecho de que en una clase haya unos 30 niños, dice, imposibilita que el personal docente pueda atender las necesidades concretas de cada estudiante.

Así lo cree también Olalla Formoso Sanmartín, profesora y directora del CEIP Bormoio-Agualada en Coristanco (A Coruña), que denuncia el aumento de las ratios en los centros educativos. En su conversación con esta cadena nos recuerda que "es muy difícil llevar a cabo una atención individualizada con 25 niños por aula" y que "bajar el número del alumnado lleva a una mayor calidad de la enseñanza". Sí reconoce que "hay gente más preparada o más trabajadora, pero los recursos son clave y no puede ser que en un colegio público haya 30 niños por aula".

Es muy difícil llevar a cabo una atención individualizada con 25 niños por aula"

Olalla Formoso, directora de un colegio gallego

Esta docente también ve un problema en las sustituciones y en las bajas, sobre todo ahora con la pandemia de coronavirus. En su colegio, por el momento, se está cubriendo a todos los profesores que faltan, pero asegura que esto no ha ocurrido siempre. "En Galicia ahora sí están mandando sustitutos, pero antes no. Nos veíamos, por ejemplo, sin tres profesores en el centro". Además, denuncia, en ocasiones "si las bajas son solo de unos días", esos puestos no se cubren.

En este sentido, Leticia Cardenal, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), cree que "la pandemia ha puesto de manifiesto muchas carencias que el sistema" viene arrastrando de hace tiempo. "La escuela pública viene de años de recortes en el sistema educativo, así como de una falta de apoyo", señala al respecto. Pero a su juicio, el problema no solo tiene relación con la falta de recursos humanos y materiales, sino también con la mala adaptación de los contenidos.

"Creo que tenemos un currículo demasiado excesivo y poco organizado. Además, se mandan muchos deberes para casa y se pretende que la educación coja esa parte. Otra de las causas son los calendarios y las jornadas lectivas. Hay un currículo destinado para 185 días que se les da en 160. Son muchos días los que se pierden, sobre todo en secundaria", ha sentenciado al respecto.

El cambio de panorama con la pandemia de COVID-19

En marzo de 2020 todos los centros educativos se vieron obligados a suspender las clases presenciales debido a un nuevo virus que amenazaba con colapsar el sistema sanitario y económico. Muchos docentes, colegios y familias se encontraron de bruces con una falta importante de recursos materiales para enfrentarse a las clases virtuales. Esto dificultó que muchos niños pudieran acceder a los contenidos para continuar con el curso.

Ante esta situación, algunos exámenes y pruebas de evaluación se suspendieron y durante los meses de confinamiento, hubo una caída en picado de la demanda de clases particulares. Y se menciona los meses de confinamiento domiciliario porque la tendencia cambió una vez que regresaron las clases presenciales.

Rodrigo García, por ejemplo, nos cuenta que él no había tenido nunca tanta demanda como la que experimentó a partir de septiembre de 2020. Muchas familias se pusieron en contacto con él para que le diera clases particulares a sus hijos: "No sé si porque en el confinamiento no se dieron todos los contenidos o si algunos profesores fueron más flexibles, pero algunos estudiantes pasaron de curso sin tener todos los conocimientos necesarios". Él asegura que lo notó en latín y en griego, algo en lo que se ha formado y cuyo currículo conoce a la perfección.

Por su parte, José Luis Benavente, profesor de academia, cree que en los últimos tiempos ha habido "un cambio importante" en este sentido. "Se ha pasado del 'dejamos de usar las academias' porque, a fin de cuentas, a todo el mundo 'le aprobaron' a detectar que los alumnos tienen carencias importantes". Al igual que García, él también considera que estas carencias han venido dadas por "los conocimientos que deberían haber adquirido en su momento y no lo hicieron".

En algunas asignaturas, señala Benavente, esto "es fácilmente subsanable", pero en otras más técnicas, como puede ser matemáticas, física o química, "en las academias estamos detectando que se ha perdido cierta base y los padres son conscientes de que ha sucedido algo cuando llegan los boletines de notas".

¿Regular o no regular la educación extracurricular?

Para el autor del estudio es necesario investigar más para "identificar y anticiparse -por medio de regulación legislativa y de otras medida de política educativa y social- a un crecimiento de la 'educación en la sombra'" disparado y que "podría considerarse cancerígeno para cualquier sistema educativo". Aunque quiere dejar claro que "afortunadamente, España se encuentra alejada de la frontera" en la que las clases particulares "empiezan a parasitar la escolarización".

Así las cosas, cree que "aumentar la confianza pública en las escuelas será la vía para evitar que la 'educación en la sombra se imponga como norma social". Pero esto "requiere políticas educativas de gran calado, sobre todo en materia de evaluación, exámenes externos, certificación del aprendizaje, orientación personal y profesional y multiplicación de itinerarios educativos que transformen la escolarización en una carrera donde todos puedan ganar".

Aumentar la confianza pública en las escuelas será la vía para evitar que la 'educación en la sombra se imponga como norma social"

Juan Manuel Moreno, autor del estudio de ESADE

Preguntado por la necesidad de regular la enseñanza privada extracurricular, Raúl Sánchez Aguilar se muestra muy tajante: "No estoy a favor de que las cosas se regulen por regular. Por ejemplo, en los institutos se pide un máster en profesorado y esto no aumenta la calidad de la enseñanza porque, en muchas ocasione, es un simple trámite".

Juan Manuel Moreno considera, por su parte, que "el primer objetivo de la regulación tiene que ser el de abordar los efectos perversos de la expansión descontrolada del sector". "Se trataría pues de tomar medidas contra prácticas abiertamente ilegales y de forzar una mayor transparencia, sobre todo en términos fiscales y de cualificación profesional, de los servicios, agencias e 'industrias' de la 'enseñanza en la sombra'".