La conciencia por el respeto al medio ambiente ha ido mejorando de manera progresiva en los últimos tiempos. Y con ella, la interiorización del concepto ‘sostenibilidad’ por parte de todos. En palabras llanas, se trata de vivir evitando en lo posible el deterioro de todo lo que nos rodea, sin derrochar los recursos naturales ni dañar el medio ambiente.
Es evidente que se puede hacer turismo con esa filosofía de vida, siendo conscientes de que la sostenibilidad aquí implica contribuir a que tanto en entorno como las personas del destino elegido se beneficien del gasto que hemos destinado a nuestras vacaciones. Se puede disfrutar de montañas fascinantes, parques naturales, la costa o la ciudad sin que ello implique deterioro alguno del entorno ni de la forma de vida y la cultura de las personas a las que visitamos.
Seguro que ya hemos avanzado mucho en materia de sostenibilidad. Aun así, el trabajo de entidades como la Comunidad #PorElClima seguro que nos aporta algunas ideas extra al respecto… Es un concepto que debe abarcarlo todo: desde nuestros desplazamientos, hasta nuestro alojamiento, pasando por nuestra actitud en el tiempo que pasamos visitando ese lugar al que llevábamos tiempo queriendo ir.
El viaje, punto de partida
A la hora de desplazarnos, lo ideal sería hacerlo por el medio más eficiente. Decantarnos por el tren en lugar de hacerlo por el avión puede implicar un nivel de emisiones de CO2 por pasajero casi diez veces menor. Vamos, que el tren gana por goleada al avión, pero también al coche con motor de combustión, seis veces más contaminante. Según la Comunidad #PorElClima, del total de la energía consumida por el transporte en España, el 92% corresponde al tráfico rodado y un 3,6% al aéreo, mientras que el ferrocarril supone el 1,4%. Traducido a impacto en el clima, según el inventario nacional de gases de gases de efecto invernadero, el transporte aéreo es responsable de 3.181 KtCO2 y el ferrocarril de 256 KtCO2. Si vamos a utilizar el coche, valoremos la opción del el carpooling.
Aerolíneas sostenibles
Si no hay más remedio que volar, mejor elegir destinos cercanos, vuelos directos y las aerolíneas más concienciadas con el respeto al medioambiente. Un ejemplo: KLM lleva 15 años liderando el ranking del Dow Jones Sustainability Index, el estudio de mejor reputación. La compañía holandesa prioriza el uso de biocarburantes, recicla hasta 14 tipos de residuos en cada vuelo, tiene una moderna flota con los aviones más eficientes e invita a sus clientes a compensar el impacto de su huella de carbono a través de su programa CO2ZERO.
Muchas opciones de alojamiento
Actualmente se puede afirmar que todas las entidades locales y regionales encargadas del fomento del turismo cuentan con planes e incentivos donde prima la sostenibilidad. De manera que surgen cada vez más iniciativas de ecoturismo o turismo sostenible. Así, podemos disfrutar de parajes como la costa gallega en alojamientos como los Nidos de Carnota, construcciones de madera donde conjugar turismo y ornitología en un entorno de lujo con un impacto mínimo en el medioambiente.
Las Batuecas
El Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, es uno de los destinos más apetecibles para disfrutar de la naturaleza en un paraje cargado de atractivo. Además, hasta tres empresas turísticas colaboradoras con dicho espacio cuentan con acreditación de adhesión a la Carta Europea de Turismo Sostenible. Se trata del Centro de Interpretación de la Minería del Oro – Las Cávenes (El Cabaco), el Centro de Interpretación de Interpretación de los Olivares Tradicionales “Solae” (Herguijuela de la Sierra) y el Parque de Aventuras de La Alberca.
Cáceres, el paraíso
La provincia de Cáceres es otro de los lugares que merece la pena visitar si lo que buscamos es disfrutar del ecoturismo. Hay muchas opciones, entre las que nos atrevemos a proponer el Geoparque Villuercas Ibores Jara, verdadero paraíso natural con montañas de 600 millones de años. Una alternativa es Las Tablas de Daimiel, en la Comunidad de Castilla-La Mancha, de donde tampoco saldremos precisamente indiferentes y sí muy concienciados con el respeto y la conservación de nuestro valiosísimo entorno. Como lo están los promotores de la recuperación del Pozu la Mina, la antigua Mina Bolao, en las inmediaciones de Llanes, ahora convertido en el parque de aventuras Selva Asturiana, otra opción más que interesante a la hora de diseñar nuestras vacaciones.
Alojamientos: no es oro todo lo que reluce
Si vamos a dejarnos un dinero en nuestras vacaciones, mejor alojarse y comer en establecimientos que nos acompañen en la cruzada de la sostenibilidad. Los hay donde los plásticos no tienen cabida, ni en pajitas para beber, ni en botellas de agua, ni el bolsas. Y si lo hay, es reciclado, igual que el papel de manteles y servilletas. Envases individuales para mermeladas, aceites o mantequilla son siempre una mejor alternativa. Es una buena idea viajar con botellas de agua reutilizables (mejor de cristal), porque cada vez hay más puntos donde poder rellenarlas y, así, evitar el abuso del plástico.
Restaurantes con huerto
El concepto “kilómetro 0” es una tendencia imparable actualmente en la hostelería. Implica apostar por el consumo de productos producidos a menos de 100 km del restaurante donde se van a cocinar. Actualmente son cada vez más los establecimientos que cuentan con huerto propio (algunos de ellos incluso en su misma ubicación), lo que lleva la sostenibilidad a la máxima expresión. El Fogar do Santiso (A Coruña), Huerta de Carabaña (Madrid) o El Faro del Puerto (El Puerto de Santa María) son solo algunos ejemplos de lugares donde degustar verduras cultivadas en sus propias huertas.
Nuestra actitud, clave
Pero, de poco serviría visitar lugares como los citados si nuestra actitud como turistas no contribuye a dejar las cosas, como mínimo igual que las encontramos (a ser posible, mejor). Para ello, conviene informarnos al detalle de todo lo que rodea a nuestro destino. Y viajar con mentalidad abierta, dispuestos a integrarnos en las costumbres de nuestros “anfitriones” (incluida la fauna salvaje local, a la que nunca debemos dar de comer). A la hora de desplazarnos, lo ideal es hacerlo en transporte público. O, mejor aún, en bicicleta.
Basuraleza no, gracias
Y, por supuesto, máximo cuidado con el entorno, respetando su estado y no abandonando ningún tipo de residuo. Si podemos limpiar los que nos encontremos, mejor que mejor. El uso responsable de la energía o no abusar de los servicios de lavandería de los hoteles (mejor reutilizar toallas) parecen detalles menores, pero no lo son. Si vamos a llevarnos algún recuerdo del lugar visitado, mejor los elaborados allí. Evitar los fabricados a partir de flora o fauna salvaje (coral, conchas, madera de especies protegidas…)
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