Un alto porcentaje de las actuaciones de los servicios de salvamento se centran en salvar la vida de bañistassubidos en hinchables, o en pequeñas lanchas, que se despistan y que cuando el viento arrecia, o crece el oleaje, terminan desplazados mar adentro. "Lo que más nos encontramos es el objeto hinchable, que es arrastrado por el viento o la corriente", explica Julián Sánchez, coordinador de Equipos técnicos y Logística del SUMMA-112.
¿Qué hacer si nos vemos en esta situación? Si nos pasa esto, Sánchez recomienda "remar con las manos, acercarnos al punto de orilla más cercano, no al punto desde el que partimos y, sobre todo, no bajarnos nunca del hinchable", puntualizaciones que también comparte Víctor Bermejo, responsable de algunas playas de Cruz Roja en Valencia.
Si hay mucho oleaje, dicen, siempre hay que nadar por debajo de las olas, nunca quedarse arriba porque su gran fuerza nos daría la vuelta. Ante un aumento de la corriente, recuerdan que jamás hay que moverse a contracorriente, sino dejar que esta nos lleve nadando en su misma dirección.
Los expertos en salvamento hacen mucho hincapié en que solo intentemos salvar a alguien que se está ahogando si tenemos nociones de salvamento y si la persona a la que queremos ayudar es más pequeña de tamaño que nosotros. Si no, advierten, podríamos terminar con dos ahogados en vez de uno, según Sánchez.
Si intentamos ayudarles, nos recuerdan que debemos cogerles de la cabeza, con la nariz fuera del agua, y llevarles nadando boca arriba hacia la orilla. Si, una vez en tierra, la ayuda tarda en llegar, deberemos hacer la respiración boca a boca, cuya correcta realización puedes aprender en el vídeo que ilustra estas líneas.
Para prevenir tragedias, también hay que recordar, por ejemplo, que los responsables de vigilar a los menores en el agua son sus familiares, no el socorrista, que no conviene bañarse en el mar de noche ni después de haber consumido alcohol o drogas, que es mejor usar un chaleco que flotadores hinchables, que no debemos tirarnos de cabeza en aguas turbias o que, si hay bandera amarilla, solo podemos meternos hasta la cintura.
Toda precaución es poca para que un día de playa, o piscina, termine igual de bien que lo hemos empezado.
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