'Caza al migrante'
Torre-Pacheco se convierte en un pueblo fantasma por la violencia: "La gente tiene miedo. Mi hijo lleva encerrado cinco días en casa"
El contexto Mientras se repiten los llamamientos para manifestarse en Torre-Pacheco contra la población magrebí, cuando cae el sol, el pueblo se convierte en un lugar fantasma. Los vecinos se guarecen en casa y los comercios echan el cierre mientras reclaman "vivir en paz, como toda la vida".

Resumen IA supervisado
Torre-Pacheco se ha transformado en un municipio desolado debido al miedo a nuevos disturbios, tras días de violencia y llamados de la ultraderecha para "cazar al migrante magrebí". En un julio normal, las calles estarían llenas de vida, pero ahora los comercios cierran y los vecinos se apresuran a llegar a casa. La detención del supuesto líder xenófobo no ha calmado el ambiente. Los habitantes, temerosos, evitan salir y muchos negocios permanecen cerrados o con actividad reducida. La comunidad clama por recuperar la paz y la normalidad, mientras el miedo sigue presente en su día a día.
* Resumen supervisado por periodistas.
El miedo a nuevos disturbios ha convertido a Torre-Pacheco en un municipio fantasma. Tras varias jornadas de violencia y con llamamientos promovidos por la ultraderecha para, incluso, "cazar al migrante magrebí"; cuando llega la tarde, todos vuelven a sus casas. Esto, no es lo normal.
En un día como hoy, en pleno mes de julio, la escena más habitual de Torre-Pacheco era la de ver sus calles llenas de personas aprovechando la bajada del sol. Lo lógico, era ver a niños jugando en los parques y las plazas del pueblo, porque están de vacaciones. Pero también a vecinos sentados en las terrazas de los bares.
Sin embargo, la triste realidad de estos días nos muestra una consecuencia clara de la violencia vivida: comercios cerrados a cal y canto, aunque estemos en hora de apertura. Pero también, vecinos que apresuran el paso para llegar pronto la seguridad de sus hogares. Porque este mismo martes, por la tarde, hemos asistido a una nueva concentración organizada por la extrema derecha. Pero también, gracias a los agentes centrados en este caso, se ha conseguido la detención del supuesto líder del movimiento xenófobo que alienta la “cacería” de magrebíes. Lo acusan de un presunto delito de incitación al odio.
En este ambiente, antes de que llegue la noche y la oscuridad, el pueblo murciano de Torre-Pacheco ya parece un desierto. Una de las razones, según una de las habitantes del municipio es que "falta un pelín de seguridad". La realidad es que aquí viven unas 40.000 personas y, pese a ello, desde hace unos días, desde que comenzaron las manifestaciones violentas contra los migrantes, a penas se puede ver a alguien que sea de verdad del pueblo por las calles. "Porque la gente no sale, tiene miedo", explica una vendedora once del municipio. "Mi hijo lleva encerrado cinco días en casa", lamenta.
"Queremos vivir en paz, como ha sido toda la vida"
Y es que, según cuenta uno de los afectados a laSexta, "estos días no he salido por la noche. Siempre solía salir a tomarme un helado y esta noche no voy a salir". La alternativa: persianas bajadas, negocios a medio funcionar o, incluso, totalmente. "Estamos anulando las citas, las clientas me dicen: 'Carmen, ya cuando se calme la cosa'".
Los agentes refuerzan los límites del barrio de San Antonio, el epicentro de los disturbios y en el que vive gran parte del colectivo magrebí que reside en Torre-Pacheco. Pero el miedo no entiende de perímetros, ya se ha colado en la rutina de todo el pueblo. "Tengo miedo de volver a abrir", reconocen en otro negocio y mandan un mensaje a la gente que viene de fuera: "Que no vuelvan a aquí, que se quedan en su pueblo, que destrocen su pueblo", dice un vecino magrebí. Porque la mayoría de los detenidos no son de Torre-Pacheco.
No hay que olvidar que hasta los bares han sido objetivos de las cacerías. Ahora, no se quieren arriesgar. Echan el cierre por precaución. Denuncian que "hay mucha delincuencia". Otros resisten, pero se marchan antes de que caiga el sol. Pero no paran de repetir el mismo deseo: "Queremos vivir en paz, como ha sido toda la vida". "Se tiene que acabar ya".
Mientras tanto, el estado de alarma de los vecinos se queda de guardia en lo que, posiblemente, sea otra larga noche sin poder pegar ojo.