Están destrozados y dicen que no pueden dormir desde que encontraron a su hija, de 16 años, muerta en su casa del madrileño barrio de Tetuán. "Voy corriendo a la habitación, la encontré muy golpeada en la cara, pero no puedo decirte qué le habrá pasado", explica su madre, Yiovani Ramírez.
Lisvette estaba desnuda en su cama. Se cree que antes de ser asesinada a golpes mantuvo relaciones sexuales consentidas. La Policía barajó en un primer momento la hipótesis de violencia machista pero ahora, pierde fuerza porque no encontraron signos de violencia. Todo apunta a que la joven conocía a su agresor.
"He pensado que, al yo salir, ella pensó que había vuelto, le había tocado la puerta y abrió como hacía siempre y no miró quien era. O que alguien tocó y ella le abrió la puerta", añade su madre.
Por eso, la investigación se centra en su entorno más cercano. También en los restos de ADN que encontraron en su cuerpo y en el volcado de su teléfono móvil que ha podido localizar la Policía.
Lisvette estaba sola en casa, su familia salió. Tampoco estaba el inquilino que tenía alquilada una de las habitaciones. Él dice que no escuchó nada al llegar. Horas después, alarmadas porque la joven no contestaba a los mensajes, su familia regresó y se encontró a su hija muerta. Una familia que ahora sólo piensa en repatriar el cuerpo de la niña a su país, a República Dominicana.
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