Los forenses que realizaron la autopsia a Heidi Paz, mujer presuntamente asesinada por su expareja César Román –conocido como el 'rey del cachopo'-, han determinado que quien desmembró el cuerpo "sabía cómo hacerlo": "La persona que lo realizó conocía que era más fácil hacerlo a nivel de articulaciones".

En una nueva jornada del juicio contra el empresario, los investigadores han apoyado su teoría argumentando que las heridas eran limpias y que los bordes presentaban una forma regular. Han asegurado que se realizaron después de que Heidi Paz muriese y creen que no se hicieron con el cuchillo encontrado junto al cuerpo: "Me parece un instrumento corto", ha valorado uno de los testigos.

Según los expertos, quien realizó estos actos no quería que se identificase con facilidad a la víctima. Por ello, llegó a cortar una parte de la piel de su ombligo, en la que la mujer tenía una cicatriz de cesárea: "Nos hizo pensar que ese corte estaba ahí para quitar algo", ha espetado un forense. Los investigadores no han podido establecer las causas exactas de la muerte ni el día en el que Heidi Paz fue asesinada: "Nos es imposible hablar de estrangulación o de una maniobra de compresión (…) Si no encontramos la pieza anatómica no podemos hablar de ella".

Animal social, pero no agresivo

La defensa de César Román ha contratado a una psicóloga para evaluar al acusado. Ha apuntado que el empresario es un ser sociable pero rechaza que sea una persona agresiva: "Disfruta muchísimo de las relaciones sociales, es un animal social". Así, César presentaría rasgos narcisistas, dependientes y paranoides, pero ningún trastorno.

La psicóloga ha hecho emocionarse al acusado cuando ha recordado a su hija. Ella ha indicado que le consta que, desde años, César está pendiente de "establecer relación con ella, y eso es algo que le causa muchísimo sufrimiento" aún a día de hoy. Los peritos forenses han determinado que el cuerpo encontrado es el de Heidi Paz, algo propiamente cuestionado por el acusado con anterioridad. La Fiscalía pide para él una pena de 15 años que la defensa de la asesinada eleva a 25.